La comedia romántica sensación en los Estados Unidos llega a nuestro país ¿Es tan buena como su éxito en el norte sugiere?
Locamente Millonarios, o Crazy Rich Asians como se llama originalmente, es una de las revelaciones del año en la taquilla norteamericana, convirtiéndose en la comedia romántica más taquillera de la década. Obviamente producida con la idea de seducir al lucrativo mercado chino, la decisión de crear un film con un elenco completamente asiático también juega con la cuestión de la diversidad. En este sentido, está en la misma sintonía que la aventura afrofuturista de Black Panther, otro de los éxitos del 2018 en Estados Unidos, donde recaudó más incluso que Avengers: Infinity War.
En cuanto al planteo de la trama, Locamente Millonarios se apega con diligencia a la fórmula probada del género. Rachel Chu (Constance Wu) es una profesora de economía norteamericana con ascendencia china, quien se encuentra en una floreciente relación con Nick Young (Henry Golding). Juntos deciden asistir a la boda del mejor amigo de él en su país natal de Singapur. Cuando al llegar al aeropuerto los reciben con alfombra roja, Rachel descubre una faceta que no conocía de su novio: es el heredero de una de las familias más ricas de Asia. Lo que se planteaba como unas vacaciones entonces se torna en una comedia de enredos, y una lucha por lograr la aprobación de su severa suegra, Eleanor (Michelle Yeoh).
La dirección de Jon M. Chu, quien hizo sus armas en la franquicia Step Up, es sólida, con un buen ojo para las actuaciones y sobre todo buen timing para la comedia. Sin embargo, la frescura de la película, lo que la separa de tantas otras que recorren los mismos tropos, es la novedad de su planteo. No solo nos referimos a la decisión del estudio de respetar un casting completamente asiático ni a la arquitectura impresionante de Singapur, sino que la diversidad cultural está integrada en la historia.
Basada en el best-seller de Kevin Kwan, el guion de Locamente Millonarios se asegura no recurrir a lo asiático solo como una pátina o una escenografía, sino que lo inyecta en el desarrollo de la trama y los arcos de los personajes. El nudo central, que enfrenta la historia de amor de Rachel y Nick contra la desaprobación de Eleonor, está inteligentemente informado por el choque cultural entre los valores norteamericanos, que privilegian la libertad y el poder de decisión individual, con los chicos, donde la familia, el respeto y la lealtad vienen antes que nada.
Este conflicto da pie para poner el foco en las diferencias al interior de una étnica que rara vez son iluminados en el cine de Hollywood, donde se suele tratar de los blancos y “el resto”. Mientras que para un observador ajeno vendrían a ser “todos chinos”, el film se esmera en articular las diferencias entre los diferentes. Por ejemplo, se hace un esfuerzo (disruptivo a la trama) para mostrar que los Young son católicos.
Por supuesto, queda por ver cuánto de esto atrae al espectador argentino, siendo que todo esto es montado con la mirada norteamericana en mente.
Mas por toda la crítica y diversidad que introduce en el frente de la diversidad racial, y también muchas “mujeres fuertes”, Locamente Millonarios reincide en muchos de los tropos más rancios del género. En particular, ese cliché tan querido por la telenovela de televisión abierta argentina que es la historia del ascenso social mediante casarse bien, mejor conocido como hacer una “Cenicienta” y justificar la desigualdad.
En este sentido, el esfuerzo del film por sacar del centro de todo al blanco occidental no hace más que justificar el capitalismo oriental, que puede vestir otro color de piel pero que en el fondo es más o menos lo mismo. Constantemente se busca justificar la riqueza obscena de la familia Young subrayando una y otra vez las banderas de esfuerzo y trabajo que tanto les gusta flamear a los burgueses, sea del país que sean. Por supuesto, después de decirlo le piden a alguna de su decena de mucamas una servilleta para secarse el sudor en la comisura del labio.
Otro punto flojo del guion son algunas subtramas que de seguro tuvieron más desarrollo en el libro pero que en la película quedan colgadas, como la historia de la prima Astrid (Gemma Chan) y su marido Michael (Pierre Png).
También se intenta tejer en la resolución del conflicto el hecho que Rachel sea una académica especialista en la teoría económica del juego, pero este aspecto no queda muy logrado y la repetida mención de su profesión queda más como un título vacío para justificar que es una “mujer independiente” que para darle profundidad al personaje.
En resumen, Locamente Millonarios es una comedia romántica hollywoodense bien ejecutada que no se aleja de la fórmula, pero que gracias a su apuesta a explorar la diversidad cultural les agrega un sabor nuevo a problemas viejos y se gana un lugar en el canon de un género donde abunda lo mediocre, junto con nuevos clásicos como El Diablo Viste a la Moda y The Big Sick.