Netflix presenta a Okja, una aventura que apunta al sentimiento y la protesta; ¿puede este súper cerdo conquistar el corazón del espectador?
Curiosas propuestas si las hay. La plataforma de streaming presenta una película que no solo tiene la misión de entretener, sino también de concientizar y criticar duramente a las corporaciones alimentarias con una combinación de tonos tan particular como la propia propuesta.
Okja nos presenta a Mija (An Seo Hyun), una pequeña niña que ha mantenido una relación de amistad durante diez años con un cerdo gigante llamado, justamente, Okja. Pero lejos de haber sido criada para ser una mascota, esta hembra es en realidad el resultado de un experimento genético llevado a cabo por Lucy Mirando (Tilda Swinton) y que tiene un único fin: servir de alimento para toda la humanidad. Cuando la empresaria decide llevarse a su espécimen a Nueva York, Mija hará todo para recuperar a su gigantesca amiga.
Sí, así de excéntrica es la historia que igual no sobresale por una gran complejidad. El relato es más bien lineal y no apuesta por los giros inesperados, sino por el sentimiento y tocar el corazón de los espectadores. ¿Lo consigue? Con creces, la amistad entre la pequeña niña y la súper cerda es el color principal del film, aunque no el único.
Y no es fácil que este sentimiento se mantenga con el correr de los minutos. Por momentos, la película cambia de tono de forma abrupta molestando e invitando a preguntarse ¿que diablos está pasando?. Pasa de aventura a sátira, con algunas escenas y diálogos que rozan lo bizarro para después pasar a una secuencia de absoluta seriedad o profundo sentimentalismo. Está claro que el director Bong Joon-ho quiso conseguir una amalgama amena entre el estilo oriental y el estadounidense pero el resultado no fue el esperado.
Sin embargo, al experimentado Joon-ho no se le pueden hacer otros reproches relevantes más que ese. También ese experimento es una gran distinción de la obra. El director surcoreano cumple con el planteamiento original del filme: conmover a las personas. El guión, en manos de él mismo, no puede decirse que sea brillante pero sirve como hilo conector de una idea general que se plasma muy bien durante los 118 minutos de duración que están bien, aunque no hubiese molestado que sean algunos más.
Toda la estructura está bancada por un elenco que no falla. ¿Qué mejor que ver a Tilda Swinton en el papel de una empresaria excéntrica que disfraza la muerte de miles de animales con una amplia sonrisa? Muy divertido es ver también a Jake Gyllenhaal en un papel tan diferente, tan alocado y tan detestable. La pequeña An Seo Hyun tiene toda esa ternura que tanto necesitaba Mija y el resto del reparto -entre los que destaca Paul Dano– está a la altura.
El CGI es otro de los puntos altos de la película. Aunque por momentos el animal puede parecer muy artificial, el nivel de detalles y la mayoría de aciertos lo hacen extremadamente creíble. Acompañado además por unos efectos de sonido que ayudan en la inmersión y una banda sonora que acompaña en todo momento sin quitar protagonismo a la imagen ni querer forzar climas.
Todo este combo genera que Okja sea hermosa tanto auditiva como visualmente. La fotografía -a cargo de Darius Khondji- está muy bien trabajada y mantiene ese tinte tan singular que necesitaban cada unas de las escenas de esta inigualable aventura.
La película que tanto revuelo ha generado en el festival de Cannes llega para demostrar que no hace falta pasar por las salas de cine para ser un buen producto al final de cuentas. Netflix puso el ojo en un buen director y obtuvo resultados en ese mismo nivel.
A pesar de lo que pueda parecer, Okja es una película para adultos con una clara intención: concientizar pero sin dejar de entretener. Es alocada, es divertida, es llevadera pero por sobre todo es sentimental. La pequeña niña oriental y su enorme mascota tocarán hasta la más profunda fibra del corazón e incluso puede que lleguen a invitar a la pregunta “¿realmente quiero seguir comiendo carne?”.