La vara había quedado alta con el volantazo realizado en la entrega anterior de Thor, ¿Love and Thunder es una digna sucesora de Ragnarok?
Las mejores películas de Marvel son las que pueden encontrar, entre el descomunal elenco de personajes de las historietas y todo ese CGI, un corazón. Las que pueden anclar los one-liners y las trompadas en un centro de gravedad emotivo. Taika Waititi ya había se probado capaz hacerlo en Thor: Ragnarok, y lo hace de nuevo acá en Love and Thunder. Y no hay uno, ni dos, sino tres corazones.
Dos de ellos son los titulares Thor(s). Uno es Chris Hemsworth, que repite por séptima vez como el hijo de Odín. Volviendo no solo más musculoso que nunca (ese cuello es imposible), sino que en pleno uso de sus facultades cómicas. La otra es Natalie Portman, la Dra. Jane Foster, que mediante un origin story reminiscente a los comics más recientes de Marvel termina en posesión de un revivido Mjolnir.
Más importante aún es la química entre ellos, que venden su relación, un clásico “dónde hubo fuego cenizas quedan”. Entre muchas cosas, y quizás por sobre todas las otras, Thor: Love and Thunder es una rom-com, donde incidentalmente resulta que la pareja en cuestión son un dios asgardiano y una novicia superheroína.
El tercer corazón es el malo, Gorr, el carnicero de dioses. Es un decir común que las películas de Marvel tienen un problema de vilanos, apareciendo muchas veces desdibujados y sin motivaciones bien justificadas. Solo un obstáculo para motorizar las aventuras del héroe. Este no es el caso por dos razones. La primera es la potencia del concepto incluso, otro préstamo del run de Jason Aaron en las páginas de Thor, incluso en una versión abrevada como se ve aquí. Historietas, dicho sea de paso, es lectura obligatoria para quien disfrute mucho de esta película.
La otra es la actuación de Christian Bale, que acertadamente deja de lado el CGI estilo Thanos, sacrificando similitud con el personaje de la página, pero ganando en expresión. Gorr es, por igual, villano de comiquitas, histriónico y atemorizante, y un personaje con una motivación que le da carnadura al choque con Thor y arco emotivo claro. De hecho, sugeriría que la estrategia de abrir la cinta presentando al villano y su conflicto es una que Marvel haría bien en repetir.
Por lo demás, Waititi repite muchos de los mismos elementos que hicieron de Ragnarok una favorita. Hay rock retro, en este caso centrado en torno a los Guns N’ Roses. Hay visuales coloridas y atractivas cortesía al minado del costado cósmico de Marvel. Y hay mucho, pero mucho humor. El director de What We Do In The Shadows es un conocido maestro del gag acá se muestra en buena forma.
La acción también está muy bien, y es además incentiva, algo necesario cuando ya estamos por entrar en la tercera docena del MCU. Tomando nota de la pelea musical de Doctor Strange and the Multiverse of Madness uno de los combates centrales a Thor: Love and Thunder juega con el color y la gravedad de manera de que no solo se trate de un simple “piña va, martillo viene”.
Si no creo que Love and Thunder supere a su antecesora es porque toda esta suma de ingredientes diversos no termina de cuajar con la misma naturalidad y ritmo que en Ragnarok. Habiéndola visto una vez sola, no termino de identificar si el problema es un guion al que le faltó más precisión o un montaje no tan inspirado, pero lo cierto es que esta cuarta entrega de Thor es buena como la suma de sus partes, pero no más que eso.
Probablemente, esta sensación sea la marca de la línea de montaje de Marvel Studios, con sus re-shoots, test screenings y todos esos anglicismos. Ciertamente, y a diferencia de los éxitos recientes del MCU, Thor: Love and Thunder es una película más enfocada, con un conflicto central claro y único y un elenco acotado, lo cual se agradece. Más allá de los cameos, que son muy buenos, podría haber habido un poco más de lugar para historias secundarias que le dieran más ritmo a la cosa. Por ejemplo, Tessa Thompson como Valkyrie está muy bien, pero no tiene un arco propio.
En definitiva, aunque haya faltado un par de pasadas más de guion o unas semanas más en la isla de edición, esta última entrega de Thor deja un saldo más que positivo. Me arriesgaría a decir que se encuentra en la mejor mitad de la expansiva macroserie de Marvel. Deja, además, en un lugar interesante a los personajes, justificando la inevitable secuela. Esperemos que esa vez, Watiti y su equipo si logren superarse a sí mismos.