Vivir de noche (2016) es la última película escrita, dirigida y protagonizada por Ben Affleck.
En los años 20, época de la Ley Seca donde los grandes negocios ilícitos pasaban por la venta de alcohol, el veterano de guerra Joe Coughlin (Ben Affleck – Batman V. Superman / 2016) se adentrará en el mundo del crimen organizado para cobrar venganza sin tener ya nada que perder.
En otro proyecto personal y propio, Ben Affleck estrena el 2017 con una película que evoca a las principales películas de la mafia y gangsters, debido a su ejemplar ambientación y atmósfera. Sin embargo, en Vivir de noche el problema está en el aspecto narrativo, hartamente repetida en el género y sin ningún vuelco creativo o interesante que la proponga como un film diferente. A nivel de dirección, Affleck continúa con la línea simétrica que empezó con Desapareció una noche (2007), Atracción peligrosa (2010) y Argo (2012), ganadora a mejor película en los Premios Oscars del 2012. A diferencia de las demás películas de su autoría, el pulso narrativo de Vivir de noche es bajo y nunca me empuja al desarrollo del film.
El conflicto de Coughlin se plantea en la ambigüedad de tratar de ser una buena persona mientras actúa como jefe y autoridad dominante en la Costa del Golfo como principal contrabandista del tráfico de alcohol. Al conocer a Graciela (Zoe Saldana – Guardianes de la galaxia / 2014) deberá reflexionar hasta qué punto está dispuesto a perder o cambiar para saciar su ambición, poniendo en riesgo a su propia familia y reputación.
Vivir de noche trata sobre las –malas- acciones de sus protagonistas y sus consecuencias, de cómo repercutirán en ellos cuando menos lo esperen y de formas irreversibles. Así, en este juego entre el yin y el yang y el karma se desarrolla Vivir de noche y cada uno de sus personajes. La sombra de la consciencia y de la buena voluntad de los actos recae en Brendan Gleeson (Calvary / 2014) como Thomas Coughlin, oficial de policía y padre de Joe.
Cada una de las mujeres importantes de su vida representan esa idea de hacer lo correcto o continuar por una vida de crímenes, poder y dinero: Graciela y por otra parte Emma Gould (Sienna Miller – High-Rise / 2015) como su ex amante. En un camino intermedio entre ellas dos aparece Loretta Figgis, siendo una figura rutilante que pondrá en duda a Joe Coughlin con el hombre que fue y en el cual se podrá convirtiendo.
Vivir de noche aumenta la interacción del espectador con la película gracias al gran trabajo de Robert Richardson en la fotografía (quien trabajó con Quentin Tarantino en The Hateful Eight / 2016), JFK (1991) de Oliver Stone y con Martin Scorsese en The aviator / 2004) como también así de Harry Gregson-Williams (The Martian / 2015) para ejecutar la parte sonora. En sus trajes de época, su atmósfera visual de gran impacto en estética y realización, además de contar con un buen cast, Vivir de noche formaba un cóctel explosivo para terminar siendo un gran producto. Sin embargo, su mayor déficit recayó en un punto fundamental en la estructura y tratamiento: el guión.
Adaptada de la novela de Dennis Lehane, Vivir de noche peca de no ser tan ambiciosa como su protagonista principal quedándose en personajes sin consolidar, una narrativa débil para una película de un poco más de dos horas. Aunque la esencia del film no gire en torno a las escenas de acción y la violencia, quedó expuesta la ausencia de material más crudo y dramático en cuanto a historias de gángsters y pandillas.
Vivir de noche es una película que conformaba grandes artistas en su composición, pero que se vio limitada por un guión y argumento sencillo y mediocre, sin profundizar en ese debate moral e íntimo que comprende al mundo de la mafia, la familia y sus consecuencias al mejor estilo The Godfather.