Esta es la historia de un chico y su mascota. El chico es un dinosaurio llamado Arlo y su mascota un niño humano llamado Spot. La nueva película de los estudios Pixar, la segunda en el año después de esa genialidad que supuso ser Inside Out, tiene más fallas que aciertos en un desarrollo donde ganan las imágenes y pierde el relato.
La génesis del film proviene de la premisa: “¿Qué sucedería si los dinosaurios no se hubieran extinguido y hubieran seguido evolucionando?”, una pregunta interesante, digna de ser contestada extraordinariamente por la imaginación de la gente de Pixar, pero que tiene como resultado una respuesta bastante pobre en la forma de una historia chata y casi nula. Uno de los casos donde la simplicidad no juega a favor.
Arlo y Spot emprenderán un viaje de regreso al hogar topándose con las maravillas y los problemas que el mundo pone en su camino. Si bien las maravillas están allí para deslumbrar como Pixar nos suele tener visualmente acostumbrados, son los problemas internos y externos del personaje principal los que se debaten entre la falta de originalidad y de contenido, reduciendo todo a viejas moralejas y reflexiones conocidas y vistas cantidad de veces en el mundo de animación. Y la falla quizás no esté en que ya se haya visto, ¿qué es original hoy en día?, sino en la vacua forma de contarlo.
Si hay algo que destaca por sobre todas las cosas en el film de Peter Sohn es el trabajo de animación paisajista, donde los distintos parajes recorridos por Arlo y Spot despliegan un hermoso tratamiento de fotorrealismo. Montañas, rocas, el agua y la iluminación son quienes poseen el atractivo suficiente para continuar manteniendo la vista en pantalla. Un tratamiento que entra en contraposición con el diseño de los personajes, tanto animales como humanos, los cuales se perfilan más hacia la caricatura, desentonando con su alrededor y limitando su gracia, cuando la hay, a un slapstick burlón.
La comicidad y la historia en sí parecen recaer en una búsqueda más aniñada, donde el film pareciera tener caducidad al poco tiempo de haber iniciado. Una rareza entre las creaciones del estudio donde por lo general, exceptuando Cars, adultos y niños pueden disfrutar por igual. En cambio, con The Good Dinosaur, gran parte del público adulto deberá pasar por alto la experiencia del film o mínimamente, como si se tratase de un juego de mesa, ser catalogado como apto para niños de dos a cinco años.
por Nicolás Ponisio