El personaje de la serie de Apple TV fue confirmado como parte del FIFA 23, y todo lo que signifique su reconocimiento es más que merecido.
Cuando me compré la PlayStation 5 vino de yapa algo que no imaginaba ni sabía bien para que quería usarlo: una suscripción a Apple TV. “¿Qué hay para ver acá?” fue lo primero que pensé y mi mente me hizo acordar que había una serie de Reese Witherspoon y Steve Carell con una historia medio periodística así que decidí canjear esa suscripción. Esto lo hice sin saber que, más allá del buen valor de The Morning Show, me iba a encontrar con otra producción, una que se iba a ganar mi amor incondicional: Ted Lasso.
“¿Che, este no era el sketch de Jason Sudeikis con el Tottenham?” recordé. Puse el tráiler y le dije a mi pareja, a quién no podría importarle menos el futbol (y a pesar de eso me banca en todas), si me hacía la segunda, que el avance me había parecido simpático y que andaba con ganas de ver una comedia. Spoiler: no me iba a arrepentir.
Para el momento que me había decidido a sentar a ver la serie, estaba en emisión la segunda temporada, por lo que tenía toda la primera tanda de episodios disponibles y, si llegaba a gustarme, podía seguir los estrenos semana a semana. La historia nos presentaba a Ted Lasso, quién tras un exitoso paso por el fútbol americano, desembarcaba en Inglaterra para hacerse cargo del AFC Richmond, un club de la Championship (Segunda división de Inglaterra) que ahora era propiedad de Rebecca Welton (Hannah Waddingham), quién se había quedado con el club como parte del arreglo por su divorcio.
¿Cuál era el disparador cómico de la serie? Lasso no sabe un pomo de fútbol, nada, cero, es un completo extraño al deporte y su contratación corresponde a un deseo inicial de Rebecca por fundir el club de su ex-marido a modo de venganza. Lasso, a quién se nos presenta de una forma inocentona, hasta naive por momentos, tiene una cualidad con la que nadie contaba: es un motivador nato, un tipo con una capacidad de convencimiento absoluta y cuyo único objetivo: ganarse la confianza del vestuario de Los Grayhounds.
Más allá de la actuación estelar de Sudeikis, quien se roba la serie, Ted Lasso cuenta con un valor enorme y es que todos sus partenaires, desde lo que tienen más minutos en pantalla hasta los que simplemente tienen segundos, están increíblemente pensados y armados.
Las relaciones y dinámicas dentro de la plantilla, con Jamie Tart (Phil Dunster) y Roy Kent (Brett Goldstein) a la cabeza, o la aparición de Keeley Jones (Juno Temple) o el mismísimo Nathan (Nick Mohammed) funcionan dotando de sentido y momentos clave el paso de Ted por el club inglés, pero si algo destaca más que el humor y gracia con la que están escritos, es la evolución de los estos personajes. En las dos temporadas que se estrenarnos del show no queda una sola alma sin cambiar, crecer y dejar atrás actitudes no correspondidas, sinceramente el trabajo puesto en cada personaje denota el amor que hay por esta serie. Y es lo que nos hace sentir por ellos: amor.
Si la primera temporada de Ted Lasso me había dejado con una sensación de haber visto una de las mejores comedias que me crucé en los últimos años, mi expectativa para la segunda parte era la de perder un pulmón de la risa y necesitar asistencia respiratoria. Nada más alejado de eso. Y no, no estoy diciéndolo desde un lado negativo o apuntando a una merma en la calidad del show, sino que tras una primera temporada muy enfocada en lo absurdo del desembarco de Ted, la segunda parte pivotea radicalmente incorporando elementos de drama los cuales son tratados siempre en el marco de una comedia, pero con el cuidado y respeto que se merecen.
Sin ahondar en spoilers, la temporada dos de Ted Lasso introduce temáticas como la ansiedad y ataques de pánico, así como también plantea varios quiebres entre los personajes. Como dije, siempre dejando en claro que la serie es una comedia por sobre todas las cosas, el trabajo de productores, Jason Sudeikis y Brendan Hunt (quién también da vida al Coach Beard), es fantástico a la hora de tomarse el atrevimiento de tratar temas tan delicados y sensibles, pero siempre sin faltarles el respeto o minimizarlos, sino todo lo contrario, es decir dándoles una visibilidad que a veces queda en segundo plano en el deporte de alta competencia.
Ahora, tras dos temporadas, la serie está produciendo su tercera parte para la cual han firmado un acuerdo con la Premier League el cual permite el uso de las licencias oficiales de los clubes más importantes del mundo, por lo que a Ted le espera algo grande, y más si a eso le sumamos la reciente confirmación de su presencia en FIFA 23… bah, suya y la de su equipo, porque el AFC Richmond estará en el juego de EA Sports.
Ojalá que el desembarco en consolas (además del Emmy que se ganó este año) sirva para que más y más gente se acerque a ver esta serie, la cual tal vez si fuese parte del catálogo de Netflix tendría mucho más peso y notoriedad, pero por estar en Apple TV ha quedado un poco rezagada.
No hace falta que te guste el fútbol para disfrutarla, obvio que suma, pero no excluye, y en una época dónde las buenas comedias no abundan es importante cuidarlas cuando aparecen, así que como diría el buen Ted: