Assassin’s Creed: Odyssey nos lleva de viaje por toda la Antigua Grecia en una alucinante aventura, expandiendo los cambios en jugabilidad característica de la saga, que comenzaron en Origins.
Todos quedamos sorprendidos cuando Ubisoft (luego de una inesperada filtración que llegó gracias a un llavero) anunció Assassin’s Creed: Odyssey, con el temor de repetir la fórmula que había gastado a la franquicia: lanzar un juego anual, con pocas innovaciones y más de lo mismo.
En 2017 AC: Origins había pateado el tablero, reinventando completamente la saga de Asesinos, llevándonos a los primeros pasos de la hermandad e introduciendo un sistema rpg con mucha semejanza a The Witcher pero implementando todos los conceptos de Assassin’s.
Sabíamos, antes de jugarlo, que Odyssey no venía a cambiar las cosas (con menos de 12 meses de distancia con el anterior lanzamiento) pero si enfatizar todos los puntos positivos que destacamos en el extenso análisis sobre la aventura de Bayek. Es un juego que absorbe cada vez más de los rpg y se va olvidando del sigilo, que se olvida de la lucha contra Abstergo y enfoca su mira en las nuevas tecnologías que mejoran el funcionamiento del Animus.
Kassandra o Alexios, Esparta o Atenas
Assassin’s Creed: Odyssey es el primer juego de la franquicia que nos permite elegir al protagonista de la aventura. En esta ocasión, Layla Hassan, la ex empleada de Abstergo que hizo su debut en Origins, vuelve a meterse en un Animus renovado para inmiscuirse en la piel de Alexios o Kassandra, para buscar información sobre la Lanza de Leonidas, un artefacto que en su momento fue el arma que utilizó el general de Esparta (que todos recordarán gracias a 300, la película de Zack Snyder), en su lucha contra el Imperio Persa, pero que esconde un secreto milenario mucho más profundo, siempre ligado al contexto de toda la saga.
Cabe resaltar que sin importar la elección que tomemos sobre el protagonista, la aventura es exactamente la misma. Lo único que cambia realmente es la posición de los mismos en la historia, que se intercambia para acomodar algunos eventos relacionados a la trama principal. Sin embargo, hace algunos meses resaltaron que, para el canon, Kassandra es la verdadera protagonista del juego, así que como mínimo es extraño el hecho de no haber presentado esta dicotomía de diferente manera.
Dicho esto, nuestro protagonista es un Mysthios, mercenario que vive en la Isla de Cefalonia con un turbulento pasado y anhelos de vivir grandes aventuras. Y a veces sucede que, cuando deseas mucho algo, se te termina dando, ya que terminaremos envuelto en medio de la Guerra del Peloponeso, que en esta versión resumida de la historia enfrentó a Atenas y Esparta, a lo largo y ancho de todo el territorio griego. Nos introduciremos en medio de esta contienda, pero sin ningún bando definido, ya que por propio interés o motivaciones personales pelearemos para los dos lados, cumpliendo misiones y asesinando objetivos políticos y militares por igual.
El trasfondo es mucho más complejo, con una secta (El Culto de Kosmos), que actúa bajo las sombras con las intenciones de seguir está guerra interna en la nación y consolidar su poder hegemónico. Odyssey sigue presentando nuevas piezas al rompecabezas pero a su vez abandona el foco en las motivaciones de Abstergo y los Asesinos en el tiempo actual. ¿Están presentes? si, en varias ocasiones controlaremos a Layla y tendremos un update de la situación, pero el eje fue corriéndose con Origins y ahora el tablero se pateó un poco más.
Volviendo de lleno al nuevo dúo de protagonistas, Odyssey es el primer juego de la saga Assassin’s Creed que nos otorga una completa libertad para moldear la personalidad del personaje, sus elecciones y medir a nuestro criterio los valores de ética y moral. Ubisoft incorpora para esta entrega un sistema de decisiones, una variante del juego que si bien tiene algunos traspiés, por ser su debut funciona bastante bien. Los problemas son puntuales y el que más hace ruido es la ambigüedad en las respuestas, ya que a veces lo que elegimos como opción no es realmente el significado que pretendíamos, desencadenando consecuencias cuando realmente queríamos hacer todo lo contrario.
¿Hay inflexión en estas decisiones? Algunas si y otras son realmente intrascendentes, pero es un factor que le otorga una inmensa vitalidad al juego, rasgo que desborda en todos sus aspectos. De lo que optemos muchos caminos cambiarán su curso, la vida y muerte de varios personajes secundarios dependerán de nuestras acciones, ya que de manera directa o indirecta influiremos en el futuro de ellos; que a su vez también repercute en el arco narrativo principal, moldeando el mismo para obtener diversos finales. Esto es uno de las aristas más positivas dentro de las novedades de Odyssey, y es un buen punto de partida para seguir profundizando esta aspecto y darle un énfasis mayor a los caminos que tracemos.
También hay espacio para el amor, y en determinadas oportunidades tendremos la chance de intimar con otras personas (sin nada explicito), sin importar edad y sexo, acá no hay promiscuidad que valga. Si bien es bastante superficial y no varía en absolutamente nada en el desarrollo de la narrativa, es otras de cuantitativas sorpresas que nos esperarán en Grecia
Profundizando el cambio
Como dijimos anteriormente, Assassin’s Creed: Odyssey es una notoria expansión ambiciosa de las principales bases que se instalaron en Origins. Nuestro personaje puede subir de nivel, hay una mayor diversificación en el árbol de habilidades, repitiendo algunas y poniendo nuevas cartas sobre la mesa, para acentuar más el estilo que le queremos dar al personaje, hay una variedad cantidad de armas y armaduras para equipar, incluyendo ahora las bonificaciones por equiparnos un set completo, un aspecto bastante rolero y que da la pauta de la lenta transición que está haciendo la franquicia, incorporando hábitos de este genero. La Lanza de Leonidas será nuestra compañera a lo largo de toda la aventura y también podremos ir mejorándola para volverla más devastadora cuando nuestras habilidades de asesino silencioso se requieran.
El combate se ha vuelto mucho más estratégico, con más opciones en el accionar, tanto de ataque como de esquive y parry. La variedad de armas es bastante similar a lo visto en la aventura de Bayek, aunque tienen técnicas y movimientos más fluidos. Los enemigos no se destacan por una IA elevada, pero los enemigos de elite puede ser un dolor de cabeza, más aún si lo jugamos en las dificultades más elevadas.
Para reemplazar a los Phylakes de Egipto, Odyssey incorpora a los cazarrecompenzas, una lista de soldados experimentados que nos darán caza si alteramos el orden público. Es decir, si robamos, enfrentamos a soldados, destruimos insumos del Estado, irrumpimos en asentamientos privados o asesinamos, comenzará a llenarse un medidor similar a las estrellas de búsqueda de Grand Theft Auto, y mientras más elevado sea (hasta 5 niveles de búsqueda) más de estos mercenarios nos perseguirán. Lo curioso es que nosotros también formamos parte de este grupo de bounty hunters, y a medida que vayamos eliminándolos, subiremos de rango, hasta llegar a la cúspide y confrontar con verdaderas máquinas de matar, casi siempre con un nivel superior al nuestro.
Odyssey vuelve a darnos la libertad para adoptar el estilo de combate que más nos sienta cómoda. Las herramientas para adoptar el sigilo característico de la saga están siempre presentes, y en los asentamientos fuertemente defendidos tendremos más probabilidades de salir con vida que si nos enfrentamos de manera directa con 8 o 10 soldados. En este aspecto, la penalización por ser descubiertos cambió radicalmente, ya que antes era muy normal que cuando nos detectaban todo el asentamiento se enteraba de nuestra presencia y se ponían en alerta. Ahora podemos estar enfrentándonos con dos rivales en una habitación mientras que en la otra punta del lugar siguen con su rutina habitual.
La vista de águila vuelve a ser literal en esta edición. En vez de Senú, ahora es el turno de Ícaro de ser nuestros ojos en el aire, para revelarnos la posición enemiga, de la ubicación de puntos de interés y cofres secretos.
La proporción en lo que respecta el arco principal de misiones en comparación a las sidequest que hay en todo el terriorio, tiene una diferencia abismal. Para ponerlo en contexto, solo un tercio de las regiones compete a la historia de Odyssey, mientras que todo el resto funciona para conseguir nuevas equipaciones, completar tareas secundarias y descubrir todos los secretos que esconden la mitología griega. Ubisoft Quebec estaba en lo cierto: estamos ante el mapa más extenso de toda la saga. Una bestialidad de territorio que se complementa con las amplias extensiones de mar, que son otro de los atractivos gracias a la relevancia que le dieron a la exploración marítima y los combates navales.
Aunque, con el afán de querer darnos algo para hacer cada 3 pasos que hagamos, AC: Odyssey empieza a mostrar una falencia que no tenía las anteriores entregas, que también es un denominador común en juegos de este género: el contenido de relleno en exceso. No hablamos de todo lo que no sea relacionado al arco principal; ya que hay misiones optativas muy bien trabajadas, con un trasfondo bien logrado que se complementa con el sistema de decisiones antes explicado. Lo que hacemos mención son a esas misiones de cadetería innecesarias, en las que tenemos que matar a x persona, entregar un cierto objeto, o recuperar algo que se robaron, a cambio de un puñado de experiencia y recursos.
Todo este compendio de misiones son una constante y aparecen de manera aleatoria por todo el mapa; cuestión que es absolutamente innecesaria, porque todo el territorio de Grecia que recorremos no necesita de misiones cada 100 metros: el juego tiene una vida propia inmensa y no solo se ve en las ciudades, sino también en los terrenos menos urbanizados, donde los animales dominan la región o los ladrones están acechando alguna víctima.
Odyssey nos dejará además una mayor libertad para descubrir los puntos relevantes de cada región, y puntos de ubicación de los objetivos en las misiones gracias a un Modo Exploración, otro de los agregados que cambia la manera de encarar el juego, ya que no habrá marcadores precisos en el mapa tras visitar un atalaya, sino que para completar las misiones en muchos casos el juegos nos dará pistas (no habrá que ser Sherlock Holmes para descifrarlas, son bastante accesibles) para que no sea todo tan guiado y tengamos un mayor sentido de orientación para encontrar lo que necesitamos.
Uno de las grandes rescates que realizó Ubisoft con esta entrega es la de devolver su merecida importancia al concepto marítimo, algo con lo que ya había coqueteado en su momento con Assassin’s Creed: Origins. En Odyssey tendremos a disposición el Adrastea, un inmenso barco con el que recorreremos el Mar Egeo y libraremos grandes batallas navales, con conceptos un tanto toscos como los de abordaje una vez que destruimos las defensas del enemigo, pero que funcionan en lineas generales bastante bien y son otro condimento ante tanta diversidad de cosas para hacer. Además, podremos reclutar miembros para la tripulación, que otorgan características especiales, y mejorar el navío, para volverlo cada vez más imbatible en combate abierto.
La guerra del Peloponeso la viviremos en carne propia constantemente en todas las regiones que visitemos, esa tensión que se plasma en el descontento de la gente y en el ir y venir de los soldados también se trasladará al combate, ya que podremos intervenir en la posesión de territorios a través de la Conquista, otras de las opciones que presenta Odyssey. Atenas y Esparta se dividen casi de manera equitativa toda Grecia, pero si vamos debilitando cada locación de manera individual, destruyendo sus recursos y asesinando a los lugartenientes y políticos que comandan, provocaremos inestabilidad, ofreciendo la oportunidad al enemigo de tomar posesión de ese lugar. Ahí nosotros tendremos la posibilidad de ayudar en la conquista o defender el terreno. Para ambas decisiones hay recompensas, pero siempre es más difícil invadir con éxito que defender, por lo que obtendremos mayores beneficios formando parte de la ofensiva.
¿En qué consiste la Conquista? Un puñado de soldados atenienses y espartanos en un terreno plano, combatiendo sin mucha estrategia de por medio. El objetivo consiste en matar una buena cantidad de enemigos hasta vaciar un medidor, antes de que el rival lo haga primero. Si bien en las primeras oleadas es interesante, por los recursos que obtenemos, después se torna un tanto monotono. Es una buena inclusión dentro de la diversidad de contenidos, pero deberán encontrarle la vuelta en futuras entregas.
La hermosa mitología Griega y su cultura
Assassin’s Creed siempre se ha caracterizado, a pesar de tener títulos más exitosos que otros, de tener una importante impronta cultural, respetando (aunque tomándose las libertades creativas necesarias) la cultura de la época en la que nos tocaba transitar. Oddysey es una correcta y lograda representación de la cultura griega. Primero, por su alucinante representación visual, con un mapa que respira de su cultura en todos sus asentamientos, templos, ciudades, playas y bosques. Pero además, por los personajes históricos que dicen presente a lo largo de toda la historia. Algunos más desdibujados que otros y con una significativa relevancia secundaria en la trama, pero están ahí y encajan para darle un sentido a la historia.
Como complemento, tenemos a Barnabás, nuestro primer capitán en el Adrastea, que nos va relatando de diversas anécdotas históricas dependiendo del lugar que vayamos, algo similar a lo que vimos con la relación de Kratos, Atreus y Mimir en God of War.
En el plano audiovisual, tuvimos la oportunidad de realizar esta review con una PlayStation 4 Pro y el nivel de detalle en determinados elementos, como los los interiores de los templos o la elaboración de nuestras armaduras, es increíble, aunque no es del todo armónico. No hay un repetición en los territorios y cada ciudad intenta mantener su propio estilo arquitectónico, pero los habitantes de Grecia, principalmente los npc que no interactuan con nosotros o los que ofrecen los encargos ultra secundarios, están poco trabajados en sus definiciones.
Sin embargo, en lineas generales, es un salto de calidad más que correcto a lo visto el año pasado con Origins y artísticamente es el más bonito de toda la saga, salvando las distancias con la potencia de la anterior generación de consolas.Conclusión
Assassin’s Creed: Odyssey es un juego enorme. Solo hacer su arco principal supera las 35 horas, pero es inevitable hacer los encargos principales sin desviarnos a explorar, a cazar animales espectaculares, a descubrir secretos mitológicos o simplemente agarrar el caballo y recorrer toda Grecia, que vive en cada metro cuadrado. Para los más completistas, estamos ante un juego que puede superar tranquilamente las 100 horas de duración (si contamos todo ese relleno innecesario que no hacia falta incluir).
La evolución de Assassin’s Creed es clara y las cartas ya están sobre la mesa. Los aspectos más característicos de la saga están presente, tangibles en los movimientos y detalles estéticos más icónicos, pero el cambio llegó para quedarse y la saga sigue respirando esa renovación que tanto necesitábamos.