Cada nueva consola de Nintendo trae aparejadas innovaciones que, con mayor o menor esemero, buscan cambiar la forma en que jugamos. Drag X Drive toma esa premisa, con relativo éxito, entregándonos una interesante propuesto de baloncesto paralímpico.

Nintendo Switch 2 está decidida a demostrarnos que va en serio con su modo mouse. Aquel curioso sistema por el cual podemos apoyar los joy-cons sobre una superficie y utilizarlos de ratón de ordenador, o cualquiera sea la idea original que se les cruce a los desarrolladores, busca tomar forma con los primeros títulos originales de esta nueva generación. Es por ello que, de la propia factoría de la N, es hora de ponernos el traje de deportistas en sillas de ruedas de básquet y competir con estilo y puntos en Drag X Drive.

Ya anunciado en la previa del lanzamiento de la consola, los avances nos mostraron una atractiva idea de llevar estas disciplinas un tanto rezagadas por el gaming mainstream en forma entretenida y realista. Los augurios de una inteligente apropiación de las nuevas tecnologías en favor de la innovación eran promisorios. Y al fin, llegó de la mano de Nintendo uno de sus primero eSports exclusivos que, dio qué hablar, pero quizás no de la forma esperada. Hagamos un repaso por las posibilidades de Drag X Drive, sus encestes y pases y cortos, y una visión general de esta nueva perspectiva que Nintendo quiere desarrollar.

Una larga curva de aprendizaje

Drag X Drive comienza, como no podía ser de otra manera, con un breve tutorial. Familiarizarse con los movimientos toma su tiempo, y algunas dinámicas estan más pulidas que otras. Las maniobras en silla de ruedas son de lo más interesantes, requiriéndole al jugador saber alternar las manos para poder doblar con la silla. La velocidad es relativa, ya que, si bien nuestro personaje registra matices de velocidad, ésta está limitada por los pequeños espacios donde transcurren los partidos. Se puede hacer mejor uso de ella en las rampas y pruebas de destreza que también pueblan este videojuego.

No bien terminado el entrenamiento inicial, comienza el verdadero aprendizaje. Antes de lanzarse a competir online o frente a una CPU que perdona, pero no salva, cualquiera que desee dominar el mando con cierta fineza deberá pasar unas cuantas horas jugando. La satisfacción al empezar a dominar el instrumento (la silla de ruedas, en este caso), tiene su encanto, no así la sensibilidad de los mandos por mouse. El impulso del movimiento puede ser impredecible a veces, por lo que acabaremos en el piso o errando el tiro aun cuando creamos que estamos manejando mejor los controles. Las exigencias de la silla de ruedas digital exigen además un profuso ejercicio de brazos, una cuota que aporta al realismo, pero opera en contra de la vagancia del jugador. Lo dicho: sin lugar para los débiles (y los impacientes).

Una estética futurista para un pequeño campo de juego

La apuesta de diseño de Drag X Drive es, cuando menos, interesante. Trajes oscuros metalizados, luces de neon por doquier, reminiscencias del estilo Tron. Podemos apreciar la aparte audiovisual esencialmente en los desafíos que sirven de entrenamiento: pruebas de destreza para aprender trucos, carreras contra el tiempo, entrenamientos con el aro, distintas excusas para que el aprendizaje resulte entretenido. Si realmente queremos admirar lo visual, podemos desafiar a la CPU en casi una decena de dificultades, en breves partidos de tres minutos. Eso limita considerablemente las posibilidades, pero otorga un grado de emoción a la partida.

Terminadas las pasadas por el arenero de las habilidades basquetbolísticas (u otras dignas de un Tony Hawk), solo queda desafiar a la máquina un puñado de veces en sus famoso tres contra tres hasta que la dificultad nos parezca cosa del pasado. Así, el jugador cuantas horas de juego y diversión, pero se sienten también como un universo limitado de posibilidades. Pensar en todo el trabajo que fue en desarrollar el realismo de este juego queda limitado a partidos contra la CPU (o contrincantes mundiales, si nos decidimos a pagar la suscripción de Nintendo Switch Online) se siente como un pequeño desperdicio de tamaño potencial. Si la expansión de Mario Party Jamboree fue el verdadero demo técnico de la Nintendo Switch 2, Drag X Drive da ese paso más allá con la dinámica de cursores de la consola, pero lo hace con cierto reparo, como si se hubiera tratado de un presupuesto limitado para una proeza que requería más dinero y tiempo.

¿Una vuelta por Drag X Drive?

Empezando por la positiva, la nobleza de Nintendo al dedicar un espacio a deportes menos popularizados es innegable. La búsqueda por dar realismo a una disciplina que tiene todo para convertirse en una valiosa franquicia de videojuegos, sea por su dinámica frenética o por su jugabilidad única hacen de Drag X Drive una entrega tan necesaria como refrescante. Donde reina la dificultad, también reina el desafío, y este juego presenta al jugador con un largo período de esfuerzo que eventualmente es recompensado.

Por la contraria, aun en la satisfacción de poder encestar, dominar las acrobacias y desafiar a la gravedad, Drag X Drive tropieza con ocasionales problemas de performance y notable falta de contenido. Quizás el plan de Nintendo sea una futura expansión, pero, de momento, solo los enamorados de la mecánica que cuentan con suscripción a la membresía online podrán sacarle más jugo (si es que esa comunidad de gamers se expande). En lo que respecta al contenido local, la sensación es de opciones limitadas.

Entonces, tenemos un desarrollo bien direccionado por parte de Nintendo de la mano de un deporte poco visto, pero la timidez lo convierte en un título que probablemente no tarde en entrar en descuento pronto. Se valora así la constante iniciativa de innovar, pero se ruega al equipo creativo no quedar a mitad de camino. Sea como fuere, quienes busquen algo diferente y desafiante, aun cuando sea por tiempo limitado, hallarán en Drag X Drive algo valiosamente novedoso dentro del mundo de los videojuegos en general, y de los eSports, en particular

6.5

Drag X Drive es audaz. Esa es su virtud y su defecto. La eterna curva de aprendizaje y los ocasionales baches de performance hacen de él un juego difícil de acostumbrarse. Sin embargo, su innovadora propuesta, su dinámica frenética y su uso inteligente de un mecanismo curioso de la Nintendo Switch 2 que todavía está siendo juzgado hacen de esta entrega una gran idea que, pese a su ejecución a medias, gira en la dirección correcta.

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Nunca NO estoy esperando otro Mario. Si mis cálculos fueron correctos, recibirás esta carta inmediatamente después de ver al DeLorean alcanzado por el rayo.

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