Fallen Flag Studio debuta con Eldest Souls, un boss-rush que pone a prueba nuestras habilidades enfrentando a feroces dioses.
Una de las aristas más desafiantes dentro del ya exigente género de los souls-likes son los enfrentamientos con los bosses. Las épicas batallas de Dark Souls o Sekiro son un ejemplo fehaciente que no son solo enormes pruebas de habilidad, sino también de paciencia y resiliencia ante un rival que emerge como implacable y que, tras derrotarlo, apretamos el puño y gritamos para festejar.
El debutante estudio italiano Fallen Flag Studio concentra toda la energía, frustración, climax y desafíos del género en Eldest Souls, un boss-rush con un exquisito pixel-art y una cámara en plano picado que llevará a nuestro protagonista a la Ciudadela, una urbe victima de unos antiguos dioses vengativos que esparcieron muerte por la ciudad. Nuestra misión es clara: enfrentar a las implacables deidades armados con una espada y nuestra valentía, una y otra vez, hasta derrotarlos.
Eldest Souls llega disponible para PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Series X|S, PC y Nintendo Switch,
Pelear. Morir. Aprender. Repetir.
Eldest Souls va directo al hueso. Desde la introducción que narra las primeras piezas de su lore hasta la encuentro con el primer boss, atravesamos un breve tutorial que explica las pequeñas pero cruciales mecánicas para salir airosos de cada desafío que se presente.
¿Qué significa que es un juego tipo boss-rush? Hay diferentes metodologías, pero todas mantienen una misma premisa: no hay otros enemigos en el juegos que no sean brutales jefes que se interponen en el camino del protagonista. En el caso de Eldest Souls, derrotar a estos bosses son parte del trayecto del héroe: estamos ante antiguos Dioses que, luego de estar encerrados durante un largo tiempo, despertaron para sembrar muerte, caos y destrucción en la Ciudadela, la urbe que funciona como gran y única locación del juego.
Eldest Souls nos pondrá a prueba contra 9 Dioses diferentes. 9 enfrentamientos únicos que realmente elevan rápidamente la curva de dificultad y para triunfar en cada uno no solo tendremos que valernos de nuestras habilidades, sino también de prestar atención a los ataques enemigos, sus movimientos. Estudiar al enemigo es un modus operandi que tendremos que repetir para triunfar en esta aventura.
Cada uno de los dioses presenta un repertorio de ataques únicos, y acá estamos ante una de las mejores virtudes al momento de describir el atractivo de Eldest Souls. Al tratarse de un título indie de ambiciones medidas, gran parte de su magia reside en que los 9 dioses no solo tienen un diseño particular, sino que enhebran patrones de ataque y estrategias completamente diferentes. Cada enfrentamiento se siente distinto al anterior, aunque hay un denominador común: morir será una constante.
Sin embargo, dentro de la enorme adversidad que ofrece este rusheo de bosses, hay una luz de esperanza al final del túnel: ese Dios que a priori parece imbatible, luego de aprender y prestar atención, termina rendido ante el poder de nuestra espada. La curva de dificultad escala sin contemplaciones, eso es verdad, pero hay una enseñanza tácita en cada uno de los combates que se traduce en un ejercicio de repetición y estrategia medida. Atacar con los ojos cerrados intempestivamente sin tener una táctica clara se va a traducir en muerte asegurada y eso es algo innegociable.
En lo que respecta a nuestro protagonista, los controles macro de Eldest Souls se traducen en 2 conceptos: un botón para atacar con la espada – la única arma del juego – y esquivar, un recurso que nos salvará de la muerte en más de una ocasión.
Desglosando la primera arista, contamos con un ataque normal y uno cargado, que nos llenará una barra que permite, por un lado, ejecutar un golpe más poderoso y al mismo tiempo recargar nuestra vida.
Los desplazamientos del protagonista no son lo suficientemente rápidos, así que el esquive – que otorga inmunidad a cualquier golpe si presionamos justo el botón, es la opción de ideal para cualquier táctica que ejecutemos. Como todo buen souls-like exigente, la stamina es limitada y en esta ocasión se encuentra segmentada en 3 mini barritas que se consumen por cada uso y se recargan en mayor o menos velocidad dependiendo si justo evitamos que nos impacte un ataque.
En la respuesta del esquive es donde encontramos el punto más flaco de sus mecánicas. Por momentos los golpes que lanzamos tienen un cierto delay en la finalización del mismo, y esto produce que quedemos parcialmente vulnerable. Si bien no queda claro si es algo adrede o no del título, no permite darle una fluídez completa a los movimientos del personaje.
Dentro de la sencillez de sus controles, tenemos otra cara completamente diferente que son sus 3 árboles de habilidades, repleto de skills en su mayoría pasivas y que están segmentadas por el tipo de estrategia que decidimos implementar: uno abocada a la ataque, otra a la defensa y contrataque, y una tercera ligada a la velocidad. Derrotar a cada uno de los dioses otorga un punto de habilidad, y lo interesante es que podemos reutilizarlos de forma infinita, permitiendo ir variando entre los recursos que queremos priorizar.
Las habilidades de los 3 árboles y los ataques se verán complementadas por unos fragmentos que podremos encontrar tras derrotar a los bosses o bien cumpliendo alguna de las quest secundarias que nos pide el puñado de NPC que merodea los territorios de la Ciudadela y que, de cierta forma, estiran la duración del juego y que, por un rato, no todo se reduzca a combatir contra los dioses.
En tamaño, es un título de dimensiones contenidas pero que eso no impide conocer diversos rincones de la ciudad y presenciar en carne propia la desolación y destrucción que hay en cada uno de los rincones. Para acceder a cada zona nueva del mapa tendremos que eliminar al boss de turno, y esto va ampliando la región para llegar a 6 zonas de reducido tamaño, cada una con items que podemos encontrar para cumplir las misiones secundarias previamente mencionadas.
La duración de Eldest Souls, claramente, es relativa. Mi primera run me llevó alrededor de 9 horas, pero quedará sesgado por lo que nos lleve derrotar a cada una de las deidades. ¿Y la rejugabilidad? Cada vez que terminamos una partida, se habilita una Nueva Partida+ que aumenta considerablemente la resistencia de los dioses y, de yapa, le suma nuevas habilidades. Lo curioso de esto es que, según los propios desarrolladores, el verdadero desafío comienza cuando superamos por primera vez la aventura.
Como complemento, superar el juego también habilita un “Modo Arena” que directamente nos mete en el tole tole contra todos los bosses. ¿Lo curioso? Cada vez que vencemos a uno de los dioses aumenta su poder en el juego principal.
Conclusión
Eldest Souls saca a relucir la gran premisa de aquellos que defienden el concepto de que “es correcto” que los souls-like no tengan un mayor grado de accesibilidad para los jugadores menos hábiles. ¿Querés ganar? Practicá, aprendé de los errores y puli tu técnica de juego a base de morir una gran cantidad de veces.
Dicho esto, es probable que el frustrómetro se llene rápidamente si no contás con la paciencia de afrontar desafíos en un juego que, si bien no es imposible, te obliga a dedicarle una buena cantidad de tiempo entre boss y boss,
Eldest Souls es una aventura metódica, en la que no te volvés más fuerte a base de stats o técnicas poderosísimas sino que todo busca ser fruto de la propia experiencia alimentada a base de besar la lona una y otra vez.