Con claras influencias de Zelda: Breath of The Wild y Assassin’s Creed, Immortals: Fenyx Rising saca a relucir su brillo propio con una aventura fantástica.
Es cuanto menos interesante y curioso el presente de Ubisoft. Por un lado, atraviesa una de las crisis institucional más importantes desde su fundación. Las emergentes denuncias de crunch, acoso laboral y malas condiciones laborales en diferentes divisiones de la desarrolladora francesa pusieron a Yves Guillemot en el ojo de la tormenta, con carpetazos y renuncias para importantes cabezas jerárquicas.
Sin embargo, a contramano de esta situación, durante los últimos 35 días Ubisoft estrenó 3 importantes lanzamientos; títulos AAA de un importante nivel de presupuesto y desarrollo que tuvieron una buena recepción a nivel general entre la comunidad y la prensa especializada. Watch Dogs: Legion y Assassin’s Creed: Valhalla, cada uno con sus pro y contra, estuvieron a la altura de las expectativas (en el caso particular de Valhalla, superó ampliamente) y ahora le toca el turno a Immortals: Fenyx Rising (previamente bautizado Gods and Monsters), una IP que a priori miré con bastante reojo durante su promoción porque realmente no sabía con lo que me iba a encontrar y realmente fue una grata sorpresa.
Recordemos que su difusión se vio afectada no solo por un retraso en su lanzamiento sino que además tuvo un cambio de nombre en el proceso, algo casi inédito y más para una empresa de esta magnitud.
De buenas a primeras, Immortals: Fenyx Rising parece un híbrido entre The Legend of Zelda: Breath of The Wild y la últimas entregas de Assassin’s Creed. Hay muchos elementos en común que sacan a relucir el sello de Ubisoft Quebec en cuanto a estructuras pero al mismo tiempo hay una enorme cantidad de referencias y estilos que impuso el exclusivo de Nintendo Switch. Pero por suerte, la aventura acentuada en la mitología griega tiene una identidad propia marcada en un característico estilo narrativo y humorístico, un enorme mapa para explorar con decenas de actividades y una incorporación justa y medida de desafíos plataformeros con vibrantes combates, con un protagonista que irá aumentando su poder y abanico de habilidades conforme exploramos y progresamos en el juego.
Una propuesta que no logra innovar en el género -ni tampoco lo busca-, pero que ejecuta casi a la perfección todo lo que se propone.
Salvando la Isla Aurea
La historia de Immortals: Fenyx Rising arranca sin muchos preámbulos y con un prólogo que nos posiciona el tablero de aliados y enemigos con sencillez. Tras un escueto editor de personaje -en el que además de las facciones podemos decidir si el protagonista de turno es masculino o femenino-, la aventura comienza con el naufragio de Fenyx en la Isla Aurea, una región habitada por las diferentes deidades y criaturas de la mitología griega, que se ve invadida e infestada por la ira de Tifón, que tras escapar del Tártaro no solo le declara la guerra a los dioses sino que los despoja de sus poderes en pos de moldear el mundo a su voluntad, invadiendo de oscuridad a toda la región y convirtiendo en piedra a sus habitantes.
Fenyx, sola al comienzo en esta contienda, tendrá que ir ayudando a los diferentes dioses para tenerlos como aliados en la lucha contra decenas de criaturas, personajes clásicos de la mitología y contra los propios titanes. Hasta acá, no es un argumento que destile una cuantiosa novedad, pero una de las cosas más enriquecedoras que destila Immortals: Fenyx Rising desde su narrativa es el estilo que adopta para contar los hechos.
Zeus y Prometeo ofician de narradores en off de la historia, y lo hacen con un tono humorístico, ácido en algunos tramos – que me descolocó – pero sin dejar ese aroma educativo que suele ostentar con Assassin’s Creed. Cada encuentro con un personaje nuevo o el arribo a una nuevo región dentro de la Isla Aurea es una excusa para contar alguna hisoria o relato que involucre a personajes de esta mitología.
Como dije más arriba, la influencia con Breath of the Wild es clara y tampoco busca renegar con ella. La enorme Isla Aurea se encuentra dividida en diferentes regiones cubiertas de “oscuridad”, que tendremos que ir disipando cumpliendo diversos encargos. En las 4 regiones principales del mapa tendremos que ayudar a un Dios en particular y ellos como recompensa nos irán ofreciendo su apoyo con favores, que en las mecánicas del juego se traducen en algunos buffeos pasivos. La dinámica de su narrativa, el sentido del humor que maneja y el pequeño desarrollo de los personajes secundarios permite ese atractivo natural con la historia, y por más que la dupla de Zeus y Prometeo se robe las mejores líneas de diálogo hay una buena sintonía con todas las deidades, semidioses y criaturas que encontrarnos en el camino.
Si hay algo que caracteriza a Fenyx: Immortals Rising es la enorme de cantidad de cosas para hacer. Los desafíos de habilidad e ingenio se entremezclan con combates para obtener cofres con items equipables y loot para mejorar nuestras habilidades, armaduras y pociones. La variedad para nos entrar en la monotonía es fundamental y el juego logra compensar esto con una dinámica bien planteada.
Salvo los objetivos principales y las misiones secundarios que surgen cuando aterrizamos en una determinada locación, el resto de las cosas aparece a priori oculta en el mapa. Para revelar todo el resto de los quehaceres, tendremos que apuntar en primera persona e ir revelando los puntos de interés de forma manual. Al cabo de hacerlo en los primeros minutos del juego, rápidamente nos llegará esa sensación de apabullamiento de la suculenta y nutrida oferta de actividades para realizar. Hay mucho desafío de ingenio y plataformero, pero el principal atractivo son los Cámaro de Tártaro, una suerte de desafío en si mismo que combina lógica, con combates y habilidad. Cada uno es diferente y está segmentado en 3 níveles de dificultad. En su interior encontraremos equipamiento y también Rayos de Zeus, item que nos aumenta la resistencia, elemento tan fundamental como la vida.
Si dije que además de tener una influencia notoria en Breath of the Wild también tenía adn de Assassin’s Creed en su estrucura jugable, esta se ve completamente acentuada en la exploración. Al igual que en la franquicia de asesinos, tendremos enormes estructuras verticales para escalar, para ahondar es las profundidades del mar y para llegar planeando con nuestras alas. Todo este tipo de acciones consume resistencia y al principio será bastante limitada, por lo que uno de los primeros pasos a realizar es aumentar la capacidad para hacer más ameno el recorrido. Como si se tratase de un souls-like, porciones del mapa, desafíos particulares y Cámaras de Tartaro requeriran a veces de habilidades especiales que todavía no contamos pero que no tardaremos en conseguir.
La libertad para explorar es absoluta y las barreras que aporta el juego son organicas. Generalmente habrá áreas en las que sencillamente los enemigos serán demasiado poderosos, lo que nos invita a dejar de explorar en esa región en particular para allanar otras secciones.
En cuanto a lo que respecta a armas y habilidades, Fenyx cuenta con una espada y un hacha -que simulan lo que significa combos con golpes suaves y fuertes- y un arco, que no tiene una enorme funcionalidad y potencia para el combate, pero es una herramienta trascendental en la resolución de acertijos. Como complemento, nuestro protagonista con una serie de habilidades que desbloqueamos en su totalidad con bastante rápidez en el juego y que se pueden potenciar encontrando diferentes cristales de colores.
El upgrade y progreso de las armas, habilidades y stock de pociones -contamos con 4 tipos, curación de vida, recarga de resistencia, buffeo ofensivo y defensivo- se realiza de forma indivual, cada uno con su elemento correspondiente y que se pueden conseguir explorando el mapa y completando los desafíos, eliminando enemigos y recolectando items en el terreno. El progreso se agrupa por tipo, así que si leveamos el poder de la espada esto se aplica para todas las espadas que encontremos en el juego.
Los set de armaduras y armas es abundante, cada uno con potenciadores pasivos que se adecuan al estilo de combate preferido. La diversidad es fundamental y es un sello de Immortals: Fenyx Rising. Para obtener nuevas items para equipar tendremos que encontrar cofres o cumplir encargos. Por suerte, cuando digo que hay abundancia no hago referencia a Assassin’s Creed: Odyssey, que había una nueva arma cada 4 pasos.
El combate, por su parte, es visceral y entretenido. Cada criatura que encontramos tiene su patrón de ataques y un barra de aturdimiento que es clave para enhebrar poderosos combos, que iremos mejorando con la adquisición de nuevas habilidades y mejoras para las armas. Los enemigos comunes no tardan en repetirse y oscilan entre las 6 o 7 clases, pero la otra de la moneda también nos presenta duelos formidables con animales legendarios, criaturas, semidioses y titanes. Estas batallas contra bosses -opciones u obligatorias- tienen esa misma frescura que los puzzles de ingenio que abundan en Isla Aurea y el juego nos invita de forma involuntaria a recorrer cada metro cuadrado, porque los secretos que ostenta son un montón y sus recompensas lo valen.
El diseño de los personajes y escenarios de Immortals: Fenyx Rising vuelve a tener ese reflejo involuntario a BOTW, pero su estilo cartoon se contrapone con esa maldad que esparce el antagonista de la aventura, que impregna las estructuras edilicias griegas, que van desde edificios como imponentes esculturas. Cada zona de la Isla Aurea busca diferenciarse entre sí, ya sea por los enemigos que encontramos como la geografía del terreno. En la misma insula conviven llanuras soleadas como escarpadas montañas, con el poder de la lava y las cenizas atesorando el corazón de Aurea. Esto potencia la exploración y realmente logra que no queramos soltar el joystick, un logro bastante complejo en aventuras de mundo abierto donde la monotonía es una arista corriente.
Conclusión
Immortals: Fenyx Rising es una de las sorpresas del año. Ubisoft Quebec toma el alma de Breath of The Wild y el esqueleto de Assassin’s Creed para formar una aventura con estilo propio, identidad y un acertado humor sin reinventar la rueda.
Su imposición audiovisual se contrapone con la rigurosidad de algunos combates y la imposición de Zeus y Prometeo como narradores principales. Constantemente nos veremos haciendo cosas diferentes con Fenyx: desde resolver puzzles de lógica como levantando piedras y estructuras para abrir nuevos caminos, hallar un cofre perdido en el fondo del mar o luchando contra 4 o 5 enemigos en simultáneo.
Hay un acierto en el diseño del mapa, la composición de sus acertijos y cómo invita a querer recorrerlo absolutamente todo. Me hubiese gustado que aproveche la riqueza de la mitología griega para apostar por una mayor variedad de enemigos, pero lo compensa desde otras atribuciones. Immortals es de esos juegos que te toman por sorpresa y no querés dejar de jugarlo.