SEGA sigue revisando su pasado con diferentes experimentos. Sonic X Shadow Generations, el más reciente de ellos, toma una entrada exitosa de su pasado reciente y la potencia con un extra que refleja lo que aprendieron en estos años.
Ahora sí, es oficial: Sonic ha roto su círculo vicioso. Luego de una oscura década (y monedas) de intrascendentes intentos de darle nueva vida a la saga, Sonic corre fuera de peligro nuevamente. Sabemos que estos balances son frágiles, pero entradas como Sonic Sueprstars y Sonic Frontiers demostraron que el erizo azul sabe reinterpretar la nostalgia y apostar a la novedad. Precisamente entre estos dos últimos se ubica Sonic X Shadow Generations, un remake que se usa a sí misma de arenero para mejorar (y corregir) sus últimas entregas.
Sonic X Shadow Generations tiene toda la pinta de un eslabón dentro de un plan de marketing mayor. Posiblemente una pieza menor, pero no por ello menos atractiva, combina el triunfal Sonic Generations de 2011 con una subtrama a cargo de Shadow, el erizo. Esta suerte de doppelganger de Sonic (con matices, lo que Wario es a Mario) resulta una excusa para revisar el juego original en muchos sentidos y sacarle un jugo extra. A su vez, como antagonista de la eminente tercera entrega cinematográfica de la mascota de Sega, es inevitable ver su protagonismo en este nuevo videojuego como parte de un plan mayor. Sea como fuere, veamos cómo este retorno potenciado se defiende en su versión para Nintendo Switch (disponible también para PlayStation 4/5, Xbox Series X y PC). Empecemos por lo viejo y veamos cómo da paso a lo nuevo.
¿Por qué volver a Sonic Generations?
(Poco más de) diez años puede resultar poco para una reversión. Claro que las primeras dos décadas del 2000 fueron extrañas para el erizo azul. Desde olvidables juegos de carrera hasta extraños crossovers con la edad media, Sonic cuenta más errores que aciertos en los últimos 20 años. Sin embargo, Sonic Generations fue diferente. Sin ser un lamento puro de glorias pasadas, esta entrega decidió combinar la magia del 2D que hizo al personaje famoso con su brillante salto al 3D a partir de Sonic Adventure. Ya con el universo expandido de variopintos amigos del protagonista, Sonic Generations volvió a las bases, pero creando una serie de aventuras que nada tenían de reciclado. Escenarios conocidos como el Green Hill Zone podían recorrerse bi y tridimensionalmente mediante el encuentro multiversal entre dos Sonics.
Entonces, ya en la actualidad, Sonic Generations viene a demostrar la vigencia de un para nada envejecido hito reciente de la mascota de Sega. La acción requiere completar dos veces cada mundo (en 2D y 3D) y, en vez de un enemigo final cada dos actos, habilitamos un boss luego de completar tres pares de niveles y desafíos complementarios. El equipo detrás entendió que el trabajo minucioso detrás de cada mapa ameritaba revisitar los niveles más de una vez, por lo que genera excusas para que el jugador vuelva a recorrer cada espacio, siempre con un objetivo diferente. Recolectar anillos/chaos/animales cautivos, competir en carreras amistosas en diferentes condiciones con los amigos del erizo, cualquier excusa sirve para revisitar ciudades distópicas, praderas plagadas de acantilados y demás lugares a los que Sonic nos tiene acostumbrado.
A modo de repaso rápido, recordemos que Sonic Generations es una aventura en la que el erizo azul debe enfrentar a un monstruo demoníaco para rescatar a sus amigos y devolverle color a su mundo. A esta altura, la premisa no es novedosa, pero Sonic ha construido suficiente trayectoria y diversión jugable para poder ahorrarse esa cuestión. Así, la acción se ve ocasionalmente interrumpida por escenas de la trama en la que los amigos del protagonista van siendo rescatados y de a poco se devela el misterio de por qué hay dos Sonic y la razón de ser de este nuevo villano. Las esmeraldas caos hacen una nueva aparición en su tradicional función de objetivo coleccionable para poder derrotar eventualmente al enemigo. La idea de sonic clásico y su partenaire 3D son encanto suficiente para sostener la historia y los diferentes niveles previos al boss final.
Los hermosos diseños espaciales no envejecen ni un día gracias a esta nueva capa de chapa y pintura, pero no podemos decir lo mismo de la maniobrabilidad de Sonic. El eterno desafío del erizo en sus diferentes iteraciones supone el equilibrio entre la velocidad y la exploración. En la práctica, Sonic Generations incurre en el eterno problema jugabilidad torpe, con saltos constantes al vacío, porrazos contra rivales y repeticiones sistemáticas de secuencias para completar un nivel. Hay que aclarar que sale más airoso que muchas otras entregas, y que la crítica le cabe en la medida en que es un remake de un juego de 2011, pero algunos jugadores pueden encontrar frustrante la experiencia. Ahora, Shadow Generations es justamente lo contrario.
Era por acá y con Shadow, Sega
Es casi irónico que la magia de esta entrega venga de Shadow, la versión evil de Sonic, pero tiene todo el sentido del mundo. En primer lugar, porque es una historia nueva dentro del Sonic Generations que cuenta los mismos hechos, pero desde otro punto de vista. Segundo, porque todo lo aprendido en esta década que quizás no se aplicó en el juego original sí se repensó en este nuevo episodio. Tercero, esto es efectivamente un juego arenero (o sandbox), lo que significa que todo lo generado en Sonic Generations es un campo de juego y creación para la historia de Shadow, es decir, todos los elementos del juego original se reutilizan para una nueva aventura (algo así como el Bowser’s Fury de Super Mario 3D Worlds o The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom). Por último, porque además de una campaña de marketing para el erizo negro y su protagonismo próximo en Sonic 3, este juego viene a corregir otro error histórico: el infame Shadow The Hedgehog de 2006.
Así, Shadow Generations es casi un acto de justicia. Queda en el pasado ese personaje arisco que andaba a los disparos (si hay algo que no necesitaban los erizos son las armas), y también quedan en su rival azulado los controles más imprecisos. Shadow está mucho más afinado en sus movimientos, amen que cuenta con una serie de habilidades fáciles de utilizar y necesarias para avanzar en la historia. Muchas de ellas son un tanto aparatosas y no terminan de incorporarse correctamente a la jugabilidad porque el juego debe indicar necesariamente cada oportunidad en que deben utilizarse. De todas maneras, esto no quita que la sensación de control sobre Shadow es muy superior a la de Sonic en esta entrega. En ese sentido, vale la aclaración que la experiencia va a ser mucho más orgánica si primero jugamos a Sonic Generations. De esa manera, sentiremos la evolución en el paso de un juego a otro y nos ahorraremos la sensación de degradación si jugáramos la aventura a la inversa.
La superioridad de Shadow Generations sobre su antecesor se nota en todo, desde la jugabilidad hasta la narrativa y la estética. La historia del erizo oscuro es mucho más personal y nutrida que la de su par azul, mucho más accesoria e infantil. Los diseños de los niveles, de altísima calidad en Sonic Generations, solo mejoran para Shadow, exhibiendo una cinematografía vistosa. La mejoría no solo toma notas del juego que la originó sino también de las últimas entregas de la franquicia. En particular, se notan los aprendizajes de Sonic Frontiers en el hub central de Shadow Generations, el mapa de mapas reminiscente a la primera aventura de mundo abierto de Sonic. Shadow toma los mejores elementos de dicho diseño y los explota con fruición, demarcando el camino de la saga que ya se patentaba en Frontiers.
Pese a todo, Shadow Generations peca de corto. En su carácter de desprendimiento experimental, los desarrolladores intentaron sacarle todo el jugo a este capítulo, agregando desafíos y excusas para revisitar cada uno de sus niveles. Sin embargo, Shadow Generations se esfuma en las manos del jugador en apenas unas horas. Esto, que no es un mal en sí, habla de cierto conservadurismo por parte de Sega, aun sabiendo que tenían que una buena idea entre manos. El erizo negro tenía nafta suficiente para un juego completo, pero sus productores optaron por la caución, decisión que se explica por los errores del pasado pero que, esperemos, no sea un impedimento para las buenas ideas a futuro.
¿Correr o no detrás de Sonic X Shadow Generations?
Si bien podría decirse que el Sonic Team descansa demasiado en la nostalgia, no siempre la interpreta como una repetición por la añoranza misma. Sonic X Shadow Generations prueba justamente que Sega puede revisar su pasado no solo para rescatar lo bueno sino para potenciarlo. De alguna manera, ni las mejores entregas del erizo están completas aun diez años después, y el espacio para mejora a veces alcanza para expandir un videojuego con un spin-off propio. La experiencia final es todo lo que quieren las guachas del erizo: velocidad, adrenalina y entretenimiento ATP. La conjunción Sonic + Shadow es tanto aditiva como sinérgica, es decir, funciona como una unidad perfecta, como si hubiera sido concebida así desde el día uno. Sus historias y jugabilidades se entrelazan armónicamente y calzan perfectamente en una sola entrega.
Dicho eso, en la práctica, se nota cómo Sonic caminó para que Shadow pudiera correr. Los controles más ajustados y finos de Shadow son consecuencia directa de las ocasionales torpezas de Sonic Generations que no fueron corregidas desde su primera entrega. Esto es un problema que la franquicia arrastra desde siempre y que muchas veces logra sortear con mayor o menor estilo. De todos modos, estas imperfecciones hablan de un proceso de mejora contínuo que el erizo ha logrado estabilizar en los últimos años y que augura un futuro venturoso para la mascota azul. Así, Sonic X Shadow Generations corre en la dirección correcta a paso firme y tanto conocedores del original como nuevos ingresantes hallarán en él horas de diversión que balancean elegantemente nostálgia y novedad.
Sonic X Shadow Generations rescata una de las mejoras entregas del erizo de los últimos tiempos y la potencia a través de un spin-off extra con Shadow como protagonista. El árbol ya no le tapa el bosque a Sega, que recauchuta este clásico en el marco de la expansión cinematográfica del erizo a la par de su incursión en nuevas modalidades de juego. En esa tónica, Sonic X Shadow es una pieza fundamental dentro del renacer de la veloz mascota azul, balanceando nostalgia con nuevas ideas en gloriosa acción bi y tridimensional.