Una vez más La Momia emerge de las arenas ¿está a la altura de su historia?
Durante los últimos nueve años el Antiguo Egipto estuvo guardando silencio. Parece que pasaron vidas desde que Brendan Fraser exploraba las dunas como el aventurero Rick O’Connell en búsqueda de tesoros ocultos, maldiciones por enfrentar y miles de años de historia por destruir, pero claro, siempre con una encantadora sonrisa en el rostro. A la pantalla grande le faltó durante este tiempo un poco de misticismo, o al menos así lo pensó Universal Pictures, porque tomó la oportunidad y generó un reboot de la franquicia que había quedado enterrada en los escombros que generaron las películas de superhéroes. Y lo hace con una propuesta que intenta combatir contra estas ultrataquilleras producciones, un universo expandido en cine titulado Dark Universe.
Dark Universe es el nombre que la productora le dio a un nuevo mundo cinematográfico centrado en las figuras de terror que todos tenemos grabados a fuego y lágrimas en nuestras más profundas pesadillas. Frankestein, Drácula, El hombre invisible, Mr. Hyde, El hombre lobo, y muchos clásicos más. Universal Pictures tiene los derechos a estas figuras del mundo de terror y pensó que podían estar conectados en un único mundo a través de las películas. La Momia es la primera y la encargada de dar vida a este universo, de mostrarnos un poco de lo que nos vamos a encontrar.
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La responsabilidad es grande, así que tenía que ser apoyada por una historia a todo trapo. La momia tiene lugar, a diferencia de la última versión de la franquicia, en la actualidad, que es cuando un grupo de exploradores encuentran en Irak (obvio que con bajada de línea de por medio) por casualidad la tumba de una antigua princesa egipcia olvidada en la historia. Se trata de Ahmanet (Sofia Boutella), quien fue borrada de todos los registros por haber intentado usurpar el trono de su padre el Faraón y su infante sucesor con la ayuda del “dios de la muerte” Set (en la mitología egipcia no es dios de la muerte como tal, pero bueno) a fuerza de puñal, logrando así también invocar al dios Set en un cuerpo humano y dominar juntos el mundo. Pero sus esfuerzos fueron detenidos a tiempo, y para castigarla por sus pecados, los sacerdotes la momifican viva y la llevan lejos de Egipto; a Irak. Quien la encuentra es el aventurero de dudosa moralidad Nick Morton (Tom Cruise) mientras buscaba profanar tumbas para hacerse rico vendiendo cosas en el mercado negro; pero no sale como lo esperaba y junto a su amigo Chris Vail (Jake Johnsson) y la egiptóloga Jenny Halsen (Annabelle Wallis) se encuentran con una tumba diseñada para mantener atrapada a la princesa maldita por siempre, pero la ambición de Nick y la curiosidad de Jenny hace que se libere a La Momia de su trampa; y con ella, su maldición.
La historia está narrada de forma bastante ágil por la cámara y guión de Alex Kurtzman, quien no se detiene a responder preguntas como ¿por qué momifican a Ahmanet si no quieren que vuelva? siendo la momificación el camino a la resurrección en la mitología egipcia, o ¿cómo detuvieron a Ahmanet en un primer lugar si era tan poderosa en vida? porque las armas de alto calibre parecen ni rasguñarla. Y en un intento de llevar a la momia a Londres para que intervenga el Doctor Jekyll (Russell Crowe), todo empieza a borronearse con los caballeros cruzados, agencias del bien malignas, y muchas otros baches y confusiones sin justificación. Pero la acción lleva hacia adelante constantemente, y gracias a alguna que otra carcajada que genera el personaje torpe, bastante pillo, pero con buen corazón de Cruise y su amigote Jake Johnsson, la película logra llegar al final. O algo que se podría llamar como tal. Pero claro, del terror que uno esperaría del Dark Universe que va a dar vida a Drácula y El Hombre Lobo, no pregunten.
Sin duda lo mejor de la película son las actuaciones de Russell Crowe y Sofia Boutella. Ambos antagonistas de Cruise, y que logran darle vida a lo más cercano al terror que hay en la película, los monstruos de Mr. Hyde y La Momia Ahmanet respectivamente. Crowe consigue en su dual performance manifestar dos formas de maldad diferentes, aunque quizás por error del Dark Universe, la de Jekyll pueda ser algo más terrorífica. Boutella por su lado encarna a la princesa desesperada por poder (que de egipcia luce poco, dicho está de paso), y su habilidad para mezclar sensualidad y monstruosidad genera una experiencia muy valiosa para la historia. Por el contrario, el papel de Annabelle Wallis es desesperante; la mitad de su guión (por lo menos) dice “¡Nick!”; queda bastante claro que su rol era el de la damisela en aprietos, y ni se molestaron en esconderlo o darle una pizca de profundidad. Pobre Wallis, no tiene la culpa del irritante guión, pero su pobre actuación tampoco ayuda a compensarlo.
A pesar de que el presupuesto fue exorbitante, y los productores dijeron querer reducirlo para las próximas entregas, no hay efectos sorprendentes o novedosos. Otra vez nos encontramos con la clásica tormenta de arena y los bichos saliendo de las paredes, efectos que ya se usaron incansablemente en la última versión de la franquicia, y que ya no surten el mismo efecto. A demás, las locaciones (aunque fueran CGI) podrían haber sido impresionanantes por tratarse del Antiguo Egipto, pero en esta oportunidad no son ni protagonistas, ni secundarios, ni cameos.
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¿Qué le depara al Dark Universe? Es la pregunta que nos hacemos. Con solo uno o dos guiños muy superficiales a lo que podrá venir, lo único que pareciera que va a conectar esta película con las que vendrán es el Doctor Jekyll; porque ni siquiera hay una escena post-créditos para empezar a hacernos especular con lo que puede venir. Claramente queda en manos de Russell Crowe llevar adelante esta nueva franquicia, si es que deciden seguir hacia adelante luego de esta estrepitosa caída, de la que le costaría sobrevivir hasta a Tom Cruise.
Hay historias que, antes de ser usadas para este tipo de adaptaciones, merecen ser dejadas enterradas bajo la arena.