Luego de un camino accidentado, los superhéroes de DC Comics se unen por primera vez en la pantalla grande en la Liga de la Justicia ¿Está el equipo a la altura de las amplias expectativas?
Para los fans del DCEU, tengo una buena y una mala noticia con respecto a la Liga de la Justicia sobre Zack Snyder. La buena, es que la película es mejor que las vituperadas Batman vs. Superman y Escuadrón Suicida. A mi en particular, me pareció superior a la Mujer Maravilla (aunque yo no comparta el entusiasmo desmedido de Rotten Tomatoes por la amazona). Es un film de superhéroes que cumple su cometido de entretener con buen ritmo y economía narrativa.
La mala, mala para los cultores de la grieta DC/Marvel, es que Warner Bros. resolvió salvar su inversión billonaria en los personajes de la editorial norteamericana recurriendo a una fórmula probada: la de la competencia. En el desarrollo de personajes, en el ida y vuelta de los diálogos, en los chistes (si, tiene bastantes chistes) y hasta en la estructura narrativa, la Liga de la Justicia viene a ofrecernos la incipiente “marvelización” del DCEU.
Este cambio de rumbo por parte de Warner y DC no sorprenderá a quienes sean asiduos a este sitio. Mucho hemos cubierto la tragedia familiar que alejó a Snyder del universo cinematográfico que había creado, y la intervención de Joss Whedon (Avengers, Avengers: Age of Ultron) en la producción incluso antes de que el director original renunciara. El mandato empresarial fue claro: desechar el tono oscuro y “realista” favorecido por Snyder, y que tantos disgustos trajo en el frente de la crítica, y reemplazarlo por una dirección más esperanzadora y divertida. Si bien no podemos saber exactamente donde termina exactamente lo hecho por el director original y donde comienza la labor de Whedon, el resultado general es una apuesta clara al ánimo más ligero que tuvo la Mujer Maravilla.
Probablemente incentivado por el éxito de esa producción, la película de superhéroes más vista del año en Estados Unidos, la amazona interpretada por Gal Gadot es posicionada virtualmente como la protagonista del ensamble de Liga de la Justicia. Habría que ver en el piso de la sala de edición cuánto metraje de Ben Affleck quedó descartado, pues trailers y clips parecían indicar que ese rol pivotal lo desempeñaría el Hombre Murciélago. El actor repite un buen trabajo, como un Caballero de la Noche no tan tenso, más relajado que hace comentarios irónicos y se permite demostrar interés romántico por Diana. Nuevamente queda claro que Affleck es mucho mejor Bruce Wayne que Batman.
Aunque esta decisión fuese tomada con los libros de contaduría en la mano, narrativamente es acertada. La amenaza enfrentada por los héroes, la invasión alienígena desde Apokolips liderada por Steppenwolf (Ciarán Hinds) y la búsqueda de las tres Cajas Madre, cuadra mucho más con la historia y desarrollo de Diana que con el mundo más prosaico de Batman. Anclado el desarrollo de la trama de la guerrera amazona mitológica la transición hacia los elementos más cósmicos/fantásticos se da de manera sin congruente, sin tener que tener a Affleck o Alfred (Jeremy Irons) repitiendo una y otra vez lo desubicados que se sienten peleando con extraterrestres y dioses.
Más allá del desarrollo narrativo, en la piel de Gadot la Mujer Maravilla prueba ser mucho más capaz que los otros miembros de la trinidad de DC de cargarse un elenco al hombro. Su carisma en la pantalla, probado en su film propio esta año, combinado con la construcción de Diana como una heroína arquetípica la hace un personaje más atractivo por el cual alentar. Mucho más que sus compañeros y sus trastornos edípicos.
Cierra la trinidad Superman (Henry Cavill ), quien pesa sobre el comienzo de la Liga de la Justicia como una ausencia que el mundo entero no puede terminar de procesar. En su parte de la historia, o la falta de ella plasmada, en el luto de Lois Lane (Amy Adams) y Martha Kent (Diane Lane), es donde más claro vemos la mano de Zack Snyder. Nuevamente la insistencia del director por intentar hacer resonar al kryptoniano con problemas del mundo real, como si eso por sí solo lo hiciera más relevante. Si no pesa más sobre la película es porque la muerte del personaje limita su rol en la mayoría del desarrollo de la trama (quién crea que Superman se quedará por siempre en el más allá nunca leyó un cómic de superhéroes).
Un ejemplo claro de lo chabacano del intento por hacer un comentario sociopolítico son los créditos iniciales, donde incluye una secuencia en que dos neonazis acosan a una mujer musulmana en su almacén. El significado de la escena, que no tiene ninguna conexión con la película, es que la muerte del Hombre de Acero ha drenado al mundo de esperanza y lo ha sumergido en sus peores instintos. A pesar de insistir en esta lectura de Superman en los dos films por él dirigidos, Snyder sigue sin poder hacerlo funcionar.
Solo nos queda especular cuanto más este pseudo comentario social ominoso pero frívolo hubiese pesado sobre la película si el director hubiese mantenido el control total del timón. En contraste, la Liga de la Justicia propone al optimismo y heroísmo voluntarioso de la Mujer Maravilla como la medida de sus intenciones. Diana se presenta a sí misma como una “creyente” a los terroristas que derrota en su introducción, aunque esa parada positiva es dejada deliberadamente sin definir (¿En qué cree Diana? ¿La humanidad? ¿El amor? ¿El ajuste neoliberal de Macron?)
Por lo demás, la mano de Whedon es igual de notoria en la película, trayendo por primera vez chistes y ligereza a la corrupta Ciudad Gótica. Este nuevo enfoque queda bien claro en los nuevos superhéroes introducidos. Flash (Ezra Miller) cubre el rol de novato y alivio cómico, sólo poniéndose serio en las interacciones con su padre encarcelado injustamente por el asesinato de su madre. Aquaman (Jason Momoa), en su relación familiar conflictiva y pasado atado a la realeza parece un clon de Odinson (pero el de Thor: Ragnarok).
Si bien el desarrollo de ambos personajes queda un tanto truncado por las necesidades de una película con muchos héroes, tanto Miller como Momoa completan los espacios en blanco con carisma. Peor destino sufre Cyborg, que a pesar de estar atado directamente al desarrollo de la trama por ser creado mediante una Caja Madre, queda desdibujado y sin ganarse el favor del público. Para peor, de momentos el traje CGI cuerpo completo del personaje deja bastante que desear.
Una tendencia que he notado en la Mujer Maravilla y que la Liga de la Justicia parece ratificada, es que las producciones del DCEU no tiene efectos especiales a la altura de otros tanques de Hollywood como las películas de Marvel, Star Wars o incluso otras como Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas. Estando involucrado estudios de la altura de Weta Digital, el problema no parece ser la falta de experticia sino probablemente los tiempos cortos de producción.
En el apartado visual la falta de imaginación en el diseño, ahogado en la misma paleta opaca de Batman vs. Superman, contrasta con la explosión de colores de Thor: Ragnarok pues ambos abrevan en el trabajo del prócer Jack Kirby tanto en sus personajes como locaciones. Lo poco que vemos de Atlantis tampoco da demasiada esperanza de mejora en el futuro cercano.
El mejor efecto es lejos el “tubo boom” con el cual se transporta Steppenwolf, inmortalizado en los comics por las onomatopeyas de Kirby. El villano principal está desdibujado, apenas una amenaza sin especificidad, casi intercambiable con el Ares de la Mujer Maravilla, pero su falta de desarrollo no afecta demasiado en una película que debe lidiar con media docena de superhéroes, la mitad de ellos nuevos a la pantalla.
A pesar de tanto con lo cual lidiar, el film mantiene ritmo presuroso, logrando contar la historia de invasión intergaláctica y la fundación de la Liga de la Justicia en menos de dos horas. En esta economía narrativa se ve nuevamente la mano de Whedon, o por lo menos de los ejecutivos de Warner Bros. que ordenaron por una vez a Snyder no superara los 140 minutos. El corte beneficia mucho a la película en contraste a la pesadez de Batman vs. Superman, pero al mismo tiempo subraya la similitud con las decisiones narrativas y estructura general de la primera Avengers. El rol del emisario Steppenwolf, la caza de los Mcguffin intergaláctico, y en particular el clímax con la invasión de un ejército de extraterrestres genéricos son calcados del éxito que dirigió Whedon en 2012.
La Liga de la Justicia es en definitiva una entretenida historia de superhéroes que volantea la franquicia en una dirección más amena y amigable con los públicos generales, pero que pierde terreno en su falta de originalidad (más teniendo en cuenta los involucrados). La llama del universo expandido se ve sin embargo renovada, tanto en la introducción de los carismáticos Ezra Miller y Jason Momoa, como en la decisión de hacer de Diana Prince la Tony Stark del DCEU.
Pero más allá de la nota que haya puesto aquí, e incluso de la recaudación en la taquilla mundial, el tono de la discusión en torno a la Liga de la Justicia estará determinado por cómo se sientan los fans acérrimos de DC con respecto a la “marvelización” del equipo de superhéroes. Si este es el precio que deben pagar para asegurar el éxito y supervivencia del DCEU ¿Están dispuestos a pagarlo?