Scarlett Johansson y Adam Driver protagonizan esta gran comedia dramática en la que un matrimonio atraviesa el duro proceso del divorcio.
Noah Baumbach, el ascendente director estadounidense que encabezó producciones como The Mayerowitz Stories y The Squid and the Whale, vuelve de la mano de la plataforma de streaming más popular del planeta con la que es, a mi entender, su mejor película hasta la fecha; uno de esos retratos de amor y desamor que se distinguen y que realmente valen la pena ser vistos.
Marriage Story, estrenada para Netflix Latinamérica con el nombre de Historia de un matrimonio, cuenta el difícil proceso de divorcio entre Nicole Barber (Scarlett Johansson), una actriz que ha dejado la televisión para dedicarse al teatro, y su esposo Charlie Barber (Adam Driver) quien a su vez dirige todas sus obras. Sus vidas personales y carreras son puestas a prueba cada día durante lo que parece ser el final de su relación.
La obra del inteligente director Noah Baumbach comienza de la mejor manera, con una montaña rusa de emociones que a la vez sirve a la perfección como una presentación detallada de ambos protagonistas. Así, en apenas unos 20 minutos de película, comprendemos que lo que se nos está presentando no es un cuento de hadas: nos abren la puerta a pura sonrisa y ternura, pero ante el primer descuido un golpe bajo nos desmorona toda la realidad que habíamos creado inocentemente en nuestra cabeza y, por qué no, en nuestro corazón.
Y de eso va Marriage Story, de retratar el difícil proceso que representa un divorcio para una pareja que aún se ama y que además debe lidiar con sus carreras, mientras protegen a un hijo que siempre sufre en el medio. Lo hermoso de este relato es que cuenta con simpatía momentos desgarradores, pero no por eso aleja al espectador y lo pone en un lugar de seguridad. Es imposible no sufrir, no desesperarse como si uno mismo estuviese viviendo las situaciones que atraviesan los protagonistas y esa capacidad de sumergir a cualquiera en la historia es parte de la magia de una película que apuesta por la verosimilitud por encima del sensacionalismo, consiguiendo igualmente ser todo lo impactante que necesita.
Antes hablamos del inteligente trabajo de Baumbach en la dirección, pero el nacido en Brooklyn hace un mejor trabajo con el libreto de su producción. Podríamos explayarnos durante varios párrafos hablando de lo bien que está el guion técnicamente y tirando halagos que no costaría nada encontrar, pero basta con ver el film e intentar despegarse de la pantalla cuando Driver y Johansson entablan una conversación: esa capacidad de hipnosis es la prueba viva que cualquiera puede comprender de que un guion está bien escrito. Y no solo eso, la estructura de la película es fantástica, aprovechando su temática del teatro y convirtiéndola casi en una obra teatral, con planos estáticos y los actores moviéndose dentro y a través de estos.
Y una parada obligatoria dentro del análisis de Marriage Story es, justamente, la que nos regalan sus interpretes. Siempre que hablamos de una historia atractiva pero a su vez terrenal solemos destacar la importancia que tiene la fuerza que puedan agregar los diferentes miembros del reparto y si bien todo en este relato está bien, cobra la relevancia que necesita gracias a las enormes performances de Adam Driver y Scarlett Johansson, quienes nos permiten empatizar con sus personajes desde el primer minuto y son dulces cuando deben serlo, como también conmovedores cuando las escenas más duras caen sobre ellos. ¿Puede que estemos ante las mejores interpretaciones de sus carreras? Es muy probable. Y sí, son ellos quienes se llevan todos los aplausos pero también hay que dar crédito a las apariciones de Merrit Wever, Julie Hagerty, Alan Alda, Ray Liotta, Azhy Robertson y, sobre todo, la impecable Laura Dern.
Lo bueno para la película es que este más que sólido reparto sirve como base para otro de los puntos más álgidos de la historia de este matrimonio: sus personajes. La exquisita fotografía de la película sirve como un marco perfecto para el cuadro que parece rellenarse con unos personajes creíbles y queribles, a los que es fácil recordar con tan solo unos minutos en pantalla y de los que es difícil despegarse una vez acaba la función. Actualmente es raro encontrar producciones que distribuyan tan bien los tiempos entre cada uno y que permitan al espectador conocerlos todo lo necesario, o solo lo suficiente, para que todo funcione en perfecta armonía y a su vez sea imposible resistirse a sus encantos.
Concluyendo, años y años de cine se han surcado con una cantidad incontable de producciones que han relatado historias de amor/desamor y por eso siempre celebramos cuando llega una nueva que busca y consigue contar las cosas de una forma diferente. Eso es el gran mérito de Noah Baumbach, quien dirige y escribe esta película con inteligencia, convirtiéndola en una obra teatral para la gran pantalla con unos diálogos irresistibles.
Marriage Story es un relato atractivo, simpático y realista de uno de los momentos más duros que debe afrontar una pareja: el divorcio. Aunque el film ponga la mejor cara para cada una de las situaciones es desgarrador y tensionante en igual medida, consiguiendo que el espectador se involucre en cada paso que da. Scarlett Johansson y Adam Driver, dando vida a unos personajes increíblemente escritos, dan el puntazo final a una obra maestra de este 2019.