Steven Spielberg vuelve a demostrar por qué es un soberbio narrador de aventuras con Ready Player One, historia basada en el libro de Ernest Cline.
Si revisamos los trabajos como director de Steven Spielberg durante la última década, es clara la tendencia del cineasta de 71 años de ir abocándose cada vez más a trabajos vinculados al drama, algunos con tintes políticos, otros vinculados a la acción; pero la constante se mantiene.
A pesar de que el creador de ET, Indiana Jones y Tiburón, entre otros, ha ido participando cada vez menos en la ciencia ficción y la aventura, géneros que lo catapultaron al éxito y lo posicionaron como uno de los grandes cineastas de la historia, nunca las ha abandonado en lo absoluto, con producciones que realmente pasaron sin pena ni gloria. Pero con Ready Player One, Spielberg saca a relucir todo el potencial que tiene para demostrar por qué es un especialista para contar aventuras, utilizando como base la obra literaria creada por Ernest Cline, quien realizó el guion de esta película junto a Zak Penn.
Antes de comenzar a desmenuzar la crítica de la película, quiero dejar en claro que no voy a hacer mención a ningún tipo de spoiler dentro de la película, ni siquiera de las referencias más importantes que hay en la misma, ya que si vamos con la menor información posible al cine, tiene un disfrute mucho mayor. Obviamente que esto se aplica para todo tipo de producciones audiovisuales, pero con RPO tiene un gusto diferente.
La historia de Ready Player One está ambientada en el año 2045, futuro en donde el mundo sufre cada vez más de las carencias de recursos naturales, la superpoblación, los problemas económicos y los conflictos tanto políticos, sociales como bélicos. ¿La salvación a todo ese enorme dilema global? OASIS, un mundo virtual en donde las posibilidades y opciones son infinitas para hacer, ser y sentir lo que querramos; consiguiendo monedas, subiendo de nivel y ganando competencias para ser cada vez más poderoso y por qué no una celebridad dentro de este universo ficticio.
El protagonista de esta aventura es Wade Watts (Tye Sheridan), un joven huérfano que tiene una sola meta en la vida: ganar el concurso que dejó el creador de OASIS, James Halladay (Mark Rylance), antes de morir. Se trata de encontrar 3 easter eggs que el desarrollador escondió a lo largo de todo este enorme mundo y el que primero los consiga tendrá no solo toda su fortuna sino que también el control de OASIS. Junto a varios amigos que tiene en este mundo paralelo, Parzival (el nombre del avatar de Wade) se embarcaran en este desafío que tendrá como contracara antagónica a Ben Mendelsohn, que interpreta a Nolan Sorrento, el CEO de Innovative Online Industries (IOI), una multinacional ligada a las comunicaciones, que harán todo lo posible para ganar el concurso y obtener todo el poder que conlleva el premio.
Este es solo el desencadenante para una trepidante aventura que a lo largo de 220 minutos deslumbrará con sus logradas escenas de acción en donde los efectos especiales son el diamante en bruto que se exprime hasta el máximo. Porque la realidad es que los momentos en donde los protagonistas aparecen en su forma humana, son los más chatos de Ready Player One, pero también sucede esto porque todo el tiempo querés más de OASIS, disfrutar de cómo lo imposible no existe en este mundo virtual y ese es un punto para Spielberg, que logró traspasar el magnetismo que contagia el libro a la pantalla, utilizando un millar de referencias al cine, series, videojuegos, comics y anime de los últimos 40 años.
Dicho esto, hay que dejar en claro que la película no es una mera excusa para ver al DeLorean esquivar a King Kong o a los Battletoads en medio de una guerra con Lara Croft. Todos los elementos que son referencias a toda la cultura pop de nuestro pasado y presente (aunque el pasado últimamente vuelve cada vez con más fuerza) no son el motor de la película sino el contexto, ese marco que llena de magia la pantalla y logra dibujarnos una sonrisa al ver nuestro personaje favorito, aunque sea unos segundos. Cuando Spielberg dijo que había que ver más de una vez la película (el aseguró que mínimo eran 5, pero es discutible) para ver todos los guiños y referencias que aparecen durante todo Ready Player One, no estaba errado. Son tantos los elementos en pantalla que es imposible poder disfrutar de todos a la vez.
El soundtrack de la película si apunta a darle un golpecito a la nostalgia, con Van Halen desde el arranque hasta New Order y una escena de baile con Depeche Mode de fondo.
Dentro de los puntos más altos que tiene Ready Player One se encuentra la manera en la que lograron traspasar la esencia del libro a la película, porque la fidelidad en este caso no paso por calcar todas las referencias que se mencionan en las páginas (algo que no hubiese alcanzado en dos horas y veinte minutos), sino en cómo su mensaje se ve aplicado en el argumento, que cobra un poco más de significado en la última media hora. Ernest Cline y Zak Penn (este tipo es el que está trabajando en el regreso de Matrix, así que nos podemos quedar tranquilo que sabe como trabajar el tema de los mundos virtuales).
Lo que desencanta un poco dentro del argumento es la relación amorosa entre Wade Watts y Samantha (Olivia Cooke), que está mal llevada y por momentos muy apurada, dejando a entender que las cosas pasan por qué si y su amor, reciprocó, ya está premeditado. Otro de los puntos negativos es más personal, pero me hubiese gustado conocer un poco más el contexto por fuera de OASIS. Entiendo que el epicentro de la película es todo lo que sucede dentro de ese infinito mundo virtual, pero unos minutos más dedicado a la situación actual de las ciudades le hubiera agregado un toque más de color y una impronta a las emociones de los protagonistas.
Resumiendo, Ready Player One es una muy buena película, en parte porque es Steven Spielberg quien dirige la orquesta, ya que un director que no esté con los pies sobre la tierra puede hacer del libro de Ernest Cline un verdadero desastre. Si esperás encontrar guiños a tu película o serie favorita la vas a encontrar sin dudas pero tampoco te vas a quedar con eso, sino que detrás de todo lo pochoclero que produce eso hay una llevadera aventura que te deja satisfecho.