Matt Reeves cierra con War for the Planet of the Apes la trilogía que quedará enmarcada como una de las mejores sagas de los últimos tiempos.
Es moneda corriente dentro de las trilogías cinematográficas que las terceras partes no tengan un cierre a la altura de lo que cada franquicia prometió durante su historia. Spider-Man 3, The Dark Knight Rises o Matrix Revoluciones son quizás de los ejemplos más conocidos y contemporáneos. Sin embargo, Matt Reeves logró con War for the Planet of the Apes presentar un apasionante e intenso final (que comenzó Rupert Wyatt con Rise) a esta revolución de los simios y la debacle de la humanidad.
War for the Planet of the Apes se sitúa dos años después de los acontecimientos de Dawn, con las claras consecuencias del ataque de Koba hacia los humanos. La primera escena del film es la premisa de lo que ahonda en el pensamiento de los pocas personas que habitan el planeta: su miedo hacia los simios y su deseo de sobrevivir es mayor a todo tipo de razonamientos. Mientras que los simios, liderados por César (Andy Serkis) buscan vivir en paz, sin necesidad de matar personas, lo que queda del ejercito norteamericano, comandados por el Coronel (Woody Harrelson), quiere exterminarlos a todos y cada uno de ellos.
Una jugada despiadada del Coronel obliga a César a cambiar sus planes drásticamente, por lo que decide enviar a los simios a buscar un lugar seguro en el cual puedan construir su comunidad nuevamente, mientras que él, junto a sus caudillos Rocket, Maurice, y Luca, fieles amigos durante toda la trilogía, inician una misión en donde arriesgarán sus vidas para terminar con el líder enemigo y poner fin a la guerra.
A pesar de que la película llevar War en su título, la guerra no es el eje de la película sino todo el contexto que alimenta el conflicto bélico. Este contexto se ve principalmente reflejado en César. Luego de más de una década liderando su comunidad, los fantasmas de su pasado (que tienen nombre y apellido: Koba) lo atormentan todos los días y sus deseos de paz se entrelazan con los de venganza, por aquellos que los han querido exterminar.
War for the Planet of the Apes es una montaña rusa de emociones. Durante 2 horas y 21 minutos Matt Reeves nos lleva desde la más vertiginosa acción, arrancando con una toma en plano cenital que recuerda a las grandes películas bélicas de los ’70 ambientadas en la Guerra de Vietnam, a dramáticas escenas en donde el sufrimiento de los simios te pone la piel de gallina.
Si Reeves se consolida como un cineasta de renombre con el cierre de esta trilogía, la actuación de Andy Serkis está a la altura de lo logrado con Gollum/Smeagol en The Return of the King. El actor consiguió con una versatilidad increíble en las 3 películas mostrar una faceta distinta de César, y la que presenta en War for the Planet of the Apes, una versión más madura pero a la vez la que presenta los rasgos más violentos y verborrágicos, es la más destacada del líder simio.
Así como la trilogía marcó un crecimiento ascendiente en el protagonismo de los simios, la balanza declinó para el lado de los humanos, en donde su participación es la menos significativa de las tres entregas. Esta es la gran señal que marca la historia para representar que la humanidad está rozando la extinción. Mientras que James Franco fue el protagonista de Rise y Jason Clarke el de Dawn, el lado bueno de los humanos fue comandado en War por la joven Amiah Miller. En esta tendencia emergente de pequeñas chicas protagonistas (Millie Bobby Brown en Stranger Things y Dafne Keen en Logan), el papel de Miller no destaca por sobre el resto y su participación, aunque justificada, no termina entrando dentro de los puntos más altos.
Woody Harrelson encarna a el Coronel, y su personaje refleja parte del por qué la humanidad está al borde de la extinción. Su narcisismo e ideales no le permiten ver más allá de sus propios pensamientos. El fin justifica los medios y hará lo que crea necesario para salvar a su especie. Incluso por momentos sus declaraciones en algunas de las escenas te pondrán a dudar respecto a sus acciones y, a pesar de que no tiene los suficientes minutos en pantalla para entrar más a fondo en ciertos detalles minuciosos, su sello en lo que representa el cierre de esta historia encaja perfectamente.
A pesar de todo el drama y el simbolismo presente en War, hay pequeñas partes cómicas que aparecen en los momentos justos para distender aunque sea por breves segundos sin sacarnos del climax. Esta arista del film está a cargo de Bad Ape, interpretado por Steve Zahn. Zahn, encasillado más como un actor de comedia, interpreta a este simio que, al igual que César, tiene la capacidad de hablar, ayudando a conocer nuevos detalles sobre el contexto que atraviesa la película.
War for the Planet of the Apes se encarga de cerrar está apasionante historia, basada en la obra de Pierre Boulle, sin dejar cabos sueltos. Constantemente los personajes (y las situaciones) hacen referencias a las dos entregas anteriores, por lo que, para los que quieren disfrutar al 100% este film, es recomendable que se vean nuevamente las Rise y Dawn para estar en un contexto perfecto. La Simian Flu (gripe simia), vuelve a tener una importante relevancia, que quizás en la segunda entrega había perdido debido a que el film se dedicó a enfatizar la convivencia entre los humanos y los simios.
Dejando un lado el guion, las actuaciones y la labor de Reeves, hay dos grandes puntos, además de todo lo mencionado anteriormente, que hacen que War for the Planet of the Apes sea una de las grandes producciones en lo que va del 2017. Primero, los efectos especiales; el CGI tiene un nivel de detalle realmente asombroso que por momentos te preguntarás realmente si algunos de los simios son reales. Por otra parte, la banda sonora. El trabajo que realizó el compositor Michael Giacchino está dentro del podio en su carrera. El ganador del Oscar acompaña cada escena de la película con un soundtrack estremecedor, principalmente en el último tramo de la película, en donde el enfrentamiento llega a su punto más impactante.
War for the Planet of the Apes presenta, aunque de manera minúscula, algunas falencias, como ciertas acciones forzosas en el último tramo de la película que comienzan una reacción en cadena que permite llevar el film al final que Reeves pretende. Sin embargo, son tantos los puntos altos que logran enmarcar a este cierre perfecto de una trilogía que comenzó de menor a mayor, terminando con un final a la altura de las circunstancias y un claro mensaje social al poder auto destructivo que tienen los seres humanos.