La última temporada de Game of Thrones viene acarreando muchas problemáticas, no por lo que están contando sino por cómo se está desarrollando.
Promediando el final de temporada de Game of Thrones y por consecuencia la culminación de la serie, podemos concordar que lo que estamos viendo en pantalla no está a la altura de las circunstancias y el grueso del fandom estará descontento cuando el domingo que viene se emita el último capítulo.
Pero esto no es producto de los acontecimientos en sí, porque si hacemos un repaso muy por sobre la superficie podemos concordar que la ambigüedad de Daenerys Targaryen para gobernar y su “locura” siempre fue tangible en mayor o menor medida; que Jon Snow como legítimo heredero tenga más chances para terminar en el Iron Throne estuvo constantemente sobre la mesa y que Euron Greyjoy, Cersei Lannister y el Night King estaban en el necroprode de la mayoría. Ahora bien, el principal problema de esta última temporada, que viene acarreándose desde la séptima no es el qué, sino cómo se desarrollan y ejecutan todo los eventos que se fueron desencadenando.
En el tire y afloje con HBO, los showrunners de la serie salieron ganando. Una vez que perdieron la base de los libros cómo influencia, David Benioff y D. B. Weiss, buscaron la manera más rápida y elegante de concluir Game of Thrones, perdiendo gran parte de la esencia que catapultó a la ficción a sembrar todo el éxito que viene cosechando hace bastante tiempo.
Esta reducción de capítulos durante las últimas 2 temporadas tiene una consecuencia directa: el pobre desarrollo de los acontecimientos. Game of Thrones siempre se caracterizó por ser una serie que se cocinaba a fuego lento, donde los personajes tenían un desenvolvimiento en la trama y la historia se movía como un juego de ajedrez: las piezas iban posicionándose para llegar a un climax en donde todo podía pasar. Ahora, y más acentuado en los últimos episodios, todo sucedió a la inversa y vimos a los diferentes personajes ser forzados para llegar al punto cúlmine sin una preparación previa, dejando las situaciones más a un “porque sí” que a un background más elaborado.
Nadie puede discutir que a nivel técnico, dirección (Miguel Sapochnik entendió como transmitir cada épica batalla y la banda sonora con Ramin Djawadi fue sublime en todo momento) y fotografía la serie fue elevando su calidad, pero la inconsistencia de su guion, la falta de diálogos del nivel que supo transmitir George R. R. Martin en los libros y lo inexplicable de varias subtramas termina generando que el cierre de Game of Thrones tenga este sabor agridulce, todavía con un capítulo final por emitirse, donde va a tener que revertir una situación de descontento generalizada.
Cuando hablamos de una serie de la magnitud de GoT, es imposible contentar a todo el grueso de seguidores y fanáticos. Todos tenemos cariño por algún personaje o apretamos el puño cuando vemos sucumbir al que no queríamos ver más. Sin embargo, esta pobreza de desarrollo no logra transmitir la solvencia y el apego que teníamos años anteriores. Muchos de los protagonistas y personajes secundarios manifestaron cambios muy bruscos en su manera de desenvolverse. Pero en este mar de batallas cruciales y movimientos temporales abruptos, un capítulo como A Knight of the Seven Kingdoms (8×02), había logrado generar esa necesaria pausa y cocción lenta que tanto disfrutamos para ofrecer a los personajes una evolución final. Sin embargo, en este planeamiento la que salió perjudicada fue Cersei (ni mencionamos a Euron, un personaje con un potencial desaprovechado y con un final mucho más olvidable), una ¿villana? que merecía un cierre más a la altura de lo que construyó el personaje, complementada por la tremenda actuación de Lena Headey.
Ya venía quedando en evidencia durante la temporada anterior que el quite de capítulos estaba perjudicado el ritmo de la historia. La llegada de Daenerys a Westeros y el comienzo del conflicto contra Cersei merecía una profundidad mayor; nunca tuvimos la oportunidad de presenciar un duelo político y bélico real entre ambas contiendas, porque lo que presenciamos en The Bell fue una sencilla masacre, de la debilidad de los 3 dragones durante pasamos a un Drogon prácticamente invencible, derritiendo las paredes de King’s Landing como manteca y destruyendo las defensas posicionadas de un soplido.
La celeridad para contar los eventos también perjudicó al desenvolvimiento del otro gran arco de la historia: el Night King. Repito, no estoy discutiendo los eventos porque hay fundamentos para bancar que Arya Stark sea quien lo elimine, pero si llegamos a este punto, la importancia de Bran Stark, a.k.a. el Cuervo de 3 Ojos solo sirvió para explicarnos el motivo por el que el NK quería destruirlo y en parte para ratificar el verdadero origen de Jon Snow, que después de ver lo poco que está haciendo desde comenzó la temporada, me preguntó: ¿cuál fue la finalidad de revivirlo?, ¿su único propósito fue forjar la alianza que defendió Winterfell?
La transformación de Daenerys para muchos fue un shock inesperado mientras que para otros las pistas estaban planteadas desde un comienzo. Acá hay otro error de los showrunners, porque gracias a lo brusco de la octava temporada, donde en cada capítulo intentaban asentar una derrota moral en la mente de la rompedora de cadenas, permitieron que ese golpe de efecto que querían dar con Drogon reduciendo todo a cenizas (que seguramente George R. R. Martin también lo volcará en sus libros) sea algo completamente mal ejecutado.
Si medimos de principios a fin a Game of Thrones, no podemos mandar al paredón a Benioff y Weiss, porque son los mismos que nos regalaron momentos tan épicos y brillantes, siempre gracias al desarrollo de su historia y la positiva adaptación que hicieron de Canción de Hielo y Fuego. Pero como casi todo en la vida siempre es medido por las acciones finales, es inexplicable que desaprovecharan la oportunidad de cerrar este relato como se merecía. Dos años de producción para llegar a una conclusión que merecía más que 6 capítulos, sin importar la duración que tengan. Solo nos queda un capítulo, 80 minutos para cerrar los diferentes arcos de los personajes sobrevivientes, ¿tendrá una conclusión digna? Por los dioses nuevos y antiguos, espero que sí.