Netflix continúa ampliando su oferta internacional con este misterio fantástico alemán de impecable factura llamado Dark.
Nadie puede culpar a Netflix de intentar generar una asociación entre su apuesta en idioma alemán y su mayor éxito mundial. Mas no hay que dejarse engañar por la campaña de prensa de la compañía de streaming que vende Dark como la versión siniestra y extranjera de Stranger Things. Hay puntos en común, por supuesto. Un uso extensivo de niños actores, por ejemplo. Ambos podrían catalogarse con la amplia etiqueta de pertenencia al género ciencia ficción/fantasía.
Las similitud terminan ahí. Stranger Things es un producto de la nostalgia del pasado, que todo el tiempo guiña el ojo al espectador con llamados a series, música y videojuegos que se espera haya consumido y aprecie. Dark igualmente mina el pasado del género en busca de influencias, pero en lugar de mostrar las costuras como un gesto hacia el fan de la cultura pop, las disimula en una narrativa que aspira a no ser un festival de referencias sino una obra de ciencia ficción hecha y derecha.
Si uno jugara a los parecidos la mejor apuesta sería la serie Les Revenants, creada por Fabrice Gobert y emitida por Canal + entre 2012 y 2015. Al igual que la producción francesa, Dark introduce un concepto de ciencia ficción en el escenario de un pueblo chico como mecanismo para desatar el drama interpersonal. En el caso de Les Revenants el desencadenante era el retorno de los muertos al pueblo como si nada les hubiese pasado. En la serie alemana, es la existencia de un método para viajar en el tiempo oculto en las entrañas de Winden.
A partir de la desaparición del jovencito Mikkel (Daan Lennard Liebrenz) del camino del bosque, con el paso de los capítulos los misterios se apilan unos sobre otros, tensionando los conflictos familiares entre vecinos y parientes, así como la experiencia del espectador. Mucho más que esto no es conveniente decir en la reseña, pues mucho del placer de ver los 10 episodios estrenados nace de los giros y los trucos narrativos. Es el misterio que te mantiene en vilo adelante de la pantalla.
El televidente más complaciente, que prefiere que sus series le den la oportunidad de aplaudir cada media hora la pasará mejor regresando a Hawkins, Indiana. Aquí en Dark los interrogantes son abiertos sin prurito, y habrá que adentrarse bastante en la serie para encontrar los primeros esbozos de respuesta. Lo que es decir, impacientes abstenerse.
Arboles genealógicos
Lentamente se va tejiendo un masivo elenco compuesto por los arboles genealógicos de tres o cuatro familias interconectadas cuyos destinos se cruzan una y otra vez a través de la generaciones, como suele pasar en pueblo chico. Promediando la temporada esto puede llegar a desorientar al espectador, dificultándose seguir cada miembro de los Doppler, los Nielsen, los Kahnwald y los Tiedermann. Breves ayudamemoria visuales son arrojados cada tanto para refrescar las relaciones entre los personajes a través del espacio y el tiempo, pero por momentos uno se siente apelado a pausar el capítulo y buscar una libreta donde ordenar nombres con caras (también se puede recurrir a Wikipedia en alemán, a riesgo de encontrarse un spoiler o dos).
El gigantesco elenco de actores teutones, más de dos docenas, esta muy en sus roles. Comenzado por un excelente casting que empareja con precisión los personajes en sus encarnaciones pasadas y presentes. Vale destacar a los actores adolescentes e infantiles. Ellos expresan las emociones de sus personajes de una manera interna y contenida rara en las producciones norteamericanas o locales, donde se cree que la niñez debe ser actuada en explosiones emotivas. Aunque esta diferencia tenga probablemente más que ver con diferencias culturales en la crianza que con métodos de actuación.
Una crítica recurrente en las reseñas yankis de la serie es atacar la caracterización, ahogada en los números de un elenco tan grande, e inclusive su “humanidad”. En primer lugar, como señala con acierto Todd VanDer Verff, la claustrofobia que restringe las decisiones que toman los personajes es por diseño. Una de las preguntas centrales que propone la serie es hasta que punto tenemos influencia cobre nuestra propia vida, y hasta que punto nuestro destino está pactado de antemano, enredado por elecciones de terceros.
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En el departamento de caracterización, también estamos creo ante una diferencia cultural que podría generar rechazo en los críticos norteamericanos. Mientras los productos de la industria cultural yanki siempre demandan cierto grado de carisma de sus actores, alguna característica redentora incluso en el protagonista más odioso, las series europeas no tienen problema poniendo en el centro de la ficción personajes directamente detestables. Nuevamente como Les Revenants, Dark va construyendo un reparto para con el cual se hace difícil de tener cariño para el final de la temporada.
Mucho más misantrópicos que sus contrapartes norteamericanas, estas series europeas desnudan las miserias humanas de las relaciones personales al punto en que se dificulta identificar a algún “héroe”.
Through a Glass Darkly
Acaso lo que sea más fácil de apreciar de Dark es su valor de producción. El director Baran bo Odar (Who Am I, Sleepless) y el cinematógrafo Nikolaus Summerer filman con preciosismo el pueblo de Winden. La hermosa fotografía, probablemente ayudada por las cámaras con resolución 4K, captura con ojo artístico y oscuro el la ciudad, el bosque y las cuevas en las personajes se ven a menudo perdidos.
El escenario del pueblo es chico, pero se construye con cuidado a través del tiempo. Casas, autos, vestuario, maquillaje y objetos de utilería son ubicados con cuidado, pintando cada época con detalle. Si bien el repertorio de locaciones es limitado, los exploramos en sus diferentes épocas, descubriendo las similitudes y diferencias que pauta el tiempo.
Este juego temporal es central en la edición de la serie, que hace de los saltos en el tiempo su leit motiv. Pantallas divididas y otros recursos visuales son desplegados para tejer el difícil concepto de una trama que se despliega simultáneamente en diferentes puntos temporales. Parte de lo que Dark tiene para decir se desprende implícitamente de las diferencias y similitudes en como la gente trata al prójimo en tiempos pasados y hoy.
La factura de la imagen es complementada por un diseño de sonido que lo emparda, o incluso lo supera. Cada capítulo abre con la hermosa canción Goodbay, compuesta por el productor alemán conocido como Apparat con la colaboración de Soap&Skin. Luego la música incidental queda en las manos del compositor clásico y electrónico Ben Frost. Residente de Reykjavik, Frost compone una banda sonora impresionista y llena de discordancia que recuerda el excelente trabajo que la banda Mogwai realizó para Les Revenants.
Un aspecto en que esperemos Dark no se parezca a la producción francesa es en los tiempos. Mientras Canal + dejó pasar ¡tres! años entre la primera y la segunda temporada, demandamos que Netflix no nos deje la misma cantidad de tiempo rumiando la media docena de interrogantes que deja abiertos la serie alemana. De momento no ha habido renovación oficial por parte de la compañía de streaming. Tal crimen ante el espectador realmente demandaría la construcción de una máquina del tiempo, y saltar directo al momento en que el resto de los capítulos esten solo a un click de distancia.