Esta miniserie de 8 capítulos creada por HBO otorga una perspectiva distinta al clásico género policial.
Sabida es la calidad de las producciones de la cadena HBO, uno de los primeros ejes televisivos en marcar la excelencia a seguir y que ha alcanzado el prestigio que le pertenece hoy en día a la caja ya no tan boba. En 2014 la cadena subía un nuevo escalón por encima de otras producciones con la llegada de True Detective.
La serie, creada por Nic Pizzolatto y dirigida por Cary Fukunaga, era un acierto en todo aspecto que la conformaba. Desde la densa carga dramática con espacio para indagar profundamente en la psicología y el carácter filosófico de sus personajes (destacando al Rust Cohle de Matthew McConaughey) hasta la notable cinematografía que rodeaba al pantanoso estado de Luisiana.
Sin embargo, la serie no continuaría con suerte en su segunda temporada en la cual tanto estética (la falta de Fukunaga haciéndose notar) como argumentalmente caía estrepitosamente, llevándose a su creador y al resto de los involucrados hacia el olvido. Por suerte, no habría que esperar mucho tiempo para que el vacío dejado por la buena True Detective fuera llenado con otra producción tan excelente que, en palabras de quien escribe, lo tiene todo para ser la digna reemplazante de esa lamentable segunda temporada.
The Night Of, miniserie de ocho episodios basada en el show de la BBC Criminal Justice (Peter Moffat, 2008) pero adaptada a la sucia tierra del tío Sam, desde su inicio juega con un ritmo parsimonioso en el cual cada silencio, cada movimiento de cámara y acción de los personajes está ocupado por una sensación de peligro y la incertidumbre de cuándo se lanzará de lleno sobre el joven de origen paquistaní Nasir “Naz” Khan (Riz Ahmed), nuestro protagonista.
Una salida nocturna hacia una fiesta (con taxi de su padre tomado sin permiso de por medio) cobra un desvío cuando Naz conoce a Andrea (Sofia Black-D’Elia). Entre las luces de la ciudad, alcohol, drogas, sangre, sexo y música de Mazzy Star, Naz despertará horas después para encontrarse con el cadáver de Andrea totalmente masacrado a puñaladas. Una vez que el horror se encuentra frente a Naz, la tensión y desesperación del personaje y el espectador no encontrará descanso alguno.
La dirección de Steven Zaillian se encarga de extender cada momento, bellamente narrado de manera visual con una impronta de film noir que mancha con su sucia oscuridad todos los rincones visitados al igual que el sangriento crimen hace lo mismo con Naz, su familia y su comunidad. Si el nombre de Zaillian les resulta familiar se debe a que, además de haber estado a cargo de siete de los ocho episodios, se trata del hombre que llevó a cabo trabajos previos como guionista de films tales como Schindler’s List (Steven Spielberg, 1993), Gangs of New York (Martin Scorsese, 2002) o The Girl with the Dragon Tattoo (David Fincher, 2011).
Co-creando la miniserie junto a Richard Price, los dos autores desempeñan sus roles narrativos con una calma fría y calculadora como la que describe los actos no solo del asesino sino de cada personaje, principal o secundario, y de cada aspecto del sistema judicial norteamericano… y por qué no del mundo.
Si bien los episodios que continúan a ese poderoso inicio bajan el nivel de estados alterados en que uno como espectador es posicionado al comienzo de la historia, el interés narrativo decide alejar la entera atención del crimen (lugar común del típico policial) para acercar la cámara, cual lupa crítica, a los personajes. Es así como Price y Zaillian dosifican poco a poco la información respecto al caso y el juicio en cuestión como también las problemáticas raciales, el ambiente en prisión, de cómo Naz crece y cambia en todo sentido dentro de él y la mirada sobre el manejo judicial desde el accionar desinteresado de detectives y abogados como incluso del propio pueblo preparado para señalar y acusar más no para indagar o preocuparse por el quién.
Todos los personajes ocupan su lugar de importancia, desde el detective Box (Bill Camp) que está a punto de retirarse pero que no podrá hacerlo hasta despejar toda duda, la inexperta pero dedicada abogada Chandra (Amara Karan) o el presidiario Freddy (Michael Kenneth Williams) que depositará su total atención en Naz.
Pero quien se luce por encima de todos ellos, es el abogado oportunista John Stone (John Turturro) destacándose en cada aparición convirtiéndose en un personaje entrañable, totalmente carismático. Es quien encuentra en el caso de Naz la forma de tener lugar en un ambiente donde no es respetado, con un dejo a lo Saul Goodman, Stone es la mirada del otro lado de la vereda de Naz un reflejo de igualdad en distintas posiciones. La bola de nervios, alergias y eccemas que supone el personaje de Turturro es, al igual que el supuesto criminal, un paria de la sociedad, hecho a un lado por su condición y que solo puede encontrar estabilidad en su vida a través de la relación (nada sana para su salud) con el gato perteneciente anteriormente a la joven asesinada.
A diferencia de otras series policiales, donde el caso y los interrogantes lo son todo, The Night Of supone una diferencia que decide hablar de los involucrados dentro de un sistema y una sociedad tan criminal y perversa como el acto que impulsa a la trama. Quizás esta manera de abordar la historia termine por no saciar por completo las ansias por respuestas o incluso por justicia, pero lo hará valorando a sus personajes, con Turturro a la cabeza. Permitiendo entenderlos, quererlos y deseando poder llevarlos con nosotros cual pequeño gatito sin hogar.
Por Nicolás Ponisio