La segunda temporada de Castlevania era todo lo que esperábamos de la lucha entre Trevor, Alucard y Sypha contra Drácula, en una historia donde se acentúa la moral y ética de los vampiros.
Esta review contiene varios spoilers de la serie animada de Castlevania, así que si están advertidos.
Luego de esperar poco más de un año, ya tenemos entre nosotros a través de Netflix, la segunda temporada de Castlevania, serie animada producida por Adi Shankar y dirigida por Sam Deats, basada en la franquicia gamer desarrollada por Konami.
Esta segunda temporada contiene el doble de capítulos que la anterior, medida que beneficia a un mayor desarrollo de personajes, la inclusión de nuevas piezas al rompecabezas de una historia que se vuelve más compleja. La trama no solo aborda una simple lucha hegemónica entre el bien y el mal, sino que hay un trasfondo moral que se rige entre las sombras, donde la manipulación y la avaricia son moneda corriente.
Si la primera temporada hizo hincapié en la ceguera de los humanos, asentados en el fanatismo religioso y la impunidad que conlleva ser un soldado de Dios, esta nueva tanda de 8 capítulos hace principal foco en la sed de poder de los vampiros, con unos complejos y ambiciones que poco los diferencian de su alimento predilecto.
Es una segunda parte a la que le cuesta arrancar, eso es verdad. Su lento desarrollo en los 3 primeros capítulos es la consecuencia de una primera temporada muy corta, aunque tiene una contraparte positiva: la concepción de diversas subtramas con la llegada de nuevos personajes a la historia. Si bien Trevor, Alucard y Sypha son el trinomio protagónico, el desarrollo de la serie los hace a un costado en numerosos tramos de la narrativa, para enfocarnos en el temerario ejército de Drácula, que intuye en cada reunión del concejo de guerra, que Vlad Tepes perdió ese fuego interno que lo caracterizaba, y está consumido por su sed de venganza contra la raza humana por el asesinato de su esposa.
Carmilla es uno de los nuevos personajes más interesantes que se suman a la segunda temporada. Su falsa devoción por Drácula y su anhelo de poder tras años de ser prisionera la transforman en un personajes tan carismático como poderoso. Es uno de los pocos vampiros de la segunda temporada que terminó con un balance positivo, a pesar de varias movidas que no salieron como ella esperaba.
Pero no todos son vampiros dentro de los subditos del cónde. Isaac y Hector son dos humanos que trabajan al servicio de Drácula como forjadores (que tienen la capacidad de crear criaturas), que encima se encuentran dentro de las posiciones jerárquicas más elevadas, generando resquemores entre otros vasallos. Ambos personajes son de vital importancia para toda la trama, mostrando dos caras de la moneda: la fidelidad devota, aquella que se mantiene firme sin importar las circunstancias, y la fidelidad temeraria, aquella que comienza con firmeza pero que luego se va diluyendo por temor a represalias.
Tanto Isaac como Hector terminan en posiciones muy distintas de cara al futuro, uno divagando por un desierto reclutando criaturas, mientras que el otro termina prisionero de Carmilla, que necesitará un voluptuoso ejército para reclamar el trono de los vampiros, que quedó vacante.
No sabemos cuantas temporadas planea realizar Netflix, pero Castlevania no solo se ha limitado a mostrar la lucha contra Drácula y su imperioso castillo, sino que su segunda temporada funcionó para expandir su universo, mostrar el mundo de los vampiros y darnos a entender que se encuentran en todo el planeta, cada una con sus costumbres y reinando a su manera.
Si la primera mitad de la segunda temporada es acusada de lenta por la buena cantidad de novedades, la recta final es todo lo contrario. Una lucha trepidante y vertiginosa que se lleva a cabo sin cese alguno; con una dosis inusitada de easter eggs para todos los fanáticos de la franquicia (la secuencia de lucha donde aparece Slogra & Gaibon es sublime) y un combate memorable contra Drácula, donde Trevor, Sypha y Alucard despachan todo su repertorio de movimientos.
Esta segunda temporada de Castlevania pareciese, en una primera mirada, que representa la caída de Drácula, derrotado por las propias internas que reinan dentro, tanto de su cabeza como de sus subditos, pero también representa una mirada más humanas sobre los vampiros, que cometen los mismos errores y tienen las mismas vanidades.
La tercera temporada tendrá varios frentes abiertos, porque los personajes principales y secundarios han quedado diseminados, pero una cosa queda clara: Drácula va a regresar, o al menos eso se respirará en el ambiente. La devoción de Isaac por su amo lo llevará seguramente, además de su sed de venganza contra aquellos que lo traicionaron, a encontrar la manera de traerlo a la vida una vez más.
Los fans de Castlevania respiramos tranquilos. Ante tanta adaptación cinematográfica que no llega ni a cumplir las expectativas, Adi Shankar y compañía están haciendo de la franquicia una aventura animada hermosa. Tiene varias cosas para corregir, como la distribución del ritmo en los capítulos, pero están yendo por el camino correcto y la tercera temporada será un desafío interesante, para ver si pueden seguir manteniendo este nivel.