Tommy Shelby y el resto de los Peaky Blinders están de regreso con el estreno de la quinta temporada que nos llega completa a través de Netflix.
(La nota está dividida mitad sin spoilers y la segunda parte con spoilers, pueden leer sin problemas hasta el siguiente aviso que encontrarán algunos párrafos más abajo.)
Después de una larga espera, que se extendió por casi 2 años, Peaky Blinders está listo para regresar con su quinta temporada que se podrá ver completa a través de Netflix a partir de mañana (4 de octubre). La difusión de la serie que produce y emite BBC a través de la plataforma de streaming fue un factor clave para que la ficción protagonizada por Cillian Murphy se transforme en un fenómeno mundial, razón por la cual este estreno es uno de los lanzamientos más esperados de 2019.
La cuarta temporada, que había finalizado con la victoria de los Peaky ante Luca Changretta (Adrien Brody), dejó la puerta abierta a un cambio radical en el desarrollo de la serie: el arribo de Thomas Shelby (Cillian Murphy) al mundo de la política, como miembro electo del parlamento británico.
Steven Knight, guionista y creador de la serie, nos había prometido antes de su estreno mundial que la quinta temporada sería la mejor de Peaky Blinders, y luego de verla completa puedo estar de acuerdo con su afirmación: una historia mucho más cruda, con los lazos familiares bastante desgastados y una banda atada con alambres, que ya empieza a sentir los embates de una globalización mucho más formada y una inestabilidad económica mundial que atenta con el futuro de los personajes, tensando las relaciones y peleando por un liderazgo que Tommy es reacio a soltar.
El crac del ’29 y el alzamiento del fascismo
Para no perder la costumbre, la quinta temporada de Peaky Blinders comienza con un salto temporal que nos traslada al 29 de octubre de 1929, una fecha tan exacta que tiene una razón de ser dentro de la trama de los nuevos 6 capítulos: ese día fue el famoso Martes Negro, momento en el que se comienza a dar una de las crisis económicas mundiales más graves de todo el siglo XX y que perduró durante gran parte de la década del ’30.
El inicio de la Gran Depresión golpea de lleno a la economía de los Peaky Blinders, que tras una imprudencia de Michael Gray (Finn Cole), que se estaba encargando de las operaciones de la organización en los Estados Unidos, todas sus acciones de Wall Street que funcionaban como el activo legal de la banda cayeron estrepitosamente, poniendo el jaque el futuro de todos los involucrados. Este es el gancho para que toda la familia vuelva a reunirse en sus oficinas centrales de Birmingham, y en donde podemos ver los primeros compases sobre cómo están cada uno de los miembros.
Michael no regresa solo a su tierra natal, sino que lo hace acompañada de Gina (Anna Taylor-Joy), la pareja del hijo de Polly que tiene más de un interés involucrado en el manejo de esta banda que sufre más que nunca el desgaste de los años y una relación fraternal que ha pasado tiempos mejores. Tommy no puede perdonar tan fácilmente el grosero error de su primo y tanto su paranoia como su inestabilidad mental le empiezan a jugar malas pasadas; Arthur Shelby (Paul Anderson) no está atravesando los mejores momentos maritales con Linda (Kate Phillips) quien le demanda a su esposo una mayor injerencia en la toma de decisiones dentro de la organización y que no sea el perro faldero de su hermano.
Los Peaky deciden reconstruirse una vez más de las cenizas, intentando salir de esta crisis económica incursionando en nuevas y funcionales actividades económicas ilegales que permitan alzarse en una sociedad que esta atravesando un cambio sideral, sin que esto manche la actividad política de Tommy Shelby, que conocerá en esta quinta temporada uno de los rivales más peligrosos que ha conocido: Oswald Mosley (Sam Claflin).
Con Mosley en acción, Steven Knight vuelve a meterse en la realidad histórica al presentarnos al fundador de la Unión Británica de Fascistas, un antagonista el cual es mucho más cerebral y estratégico de los diferentes villanos que se nos fueron presentando durante las anteriores temporadas de Peaky Blinders. Un personaje que se luce gracias al talento actoral de Claflin pero que a su vez destila sus mejores momentos cuando se embate en discusiones y diálogos con Thomas Shelby. Y si bien Tommy sigue ambicionando y sumando peldaños en los escalafones del poder, en paralelo está atravesando una inestabilidad emocional acarreada por un pasado que no puede soltar.
La quinta temporada de Peaky Blinders abre varios arcos narrativos pero a su vez es la temporada más marcada por las cuestiones políticas dentro de la familia Shelby. El pasado de la serie estuvo caracterizada por la expansión de una banda de barrio que comenzó en las apuestas de caballos para tomar el total control de Birmingham. Ahora, el clan ha madurado lo suficiente como para haber encontrado el limite en algunos de sus miembros, pero las traiciones y enfrentamientos estarán a la orden del día.
Por desarrollo, es la primera vez que Peaky Blinders sufre por la poca cantidad de capítulos. Media docena de episodios terminan resultando insuficientes para desarrollar algunos de los arcos narrativos, que se trazan de manera irregular en algunos momentos, con un arranque lento para contextualizar toda la situación (algo necesaria para entender lo que estaba sucediendo realmente en el mundo, con una transformación política y social sideral), pero que cuando arranca destila enorme dosis de dramatismo y acción, acompañado de un soundtrack que vuelve a estar a la altura de las circunstancias.
(A partir del acá, aparecerán spoilers sobre la Peaky Blinders temporada 5, así que es el momento de maratonear la serie en Netflix y retomar la lectura cuando hayan terminado.)
El enemigo que no se puede vencer
Si al comienzo de esta review manifestaba que Steven Knight intentó cambiar un poco la ecuación que veníamos disfrutando de la trama de Peaky Blinders, en esta quinta temporada también logra romper esa cuestión cíclica de cerrar los arcos argumentales en el lapso de los 6 capítulos para ofrecernos un final abierto y que, particularmente, me dejó bastante sorprendido.
Fue la primera vez que vimos a Tommy Shelby fallar uno de sus planes maestros: ese accionar cerebral que a pesar de tener todas las de perder, siempre supo salir airoso. En esta oportunidad, su idea de asesinar a Oswald Mosley e implosionar el surgimiento fascista desde dentro le terminó saliendo bastante mal, con un par de soldados caídos (incluido Aberama Gold, personaje que había tenido una mayor relevancia en esta temporada y del que esperaba ver más) y una incertidumbre el motivo por el cual todo malió sal. Porque esta tragedia era la gota que no necesitaba el vaso de nuestro protagonista para que su inestabilidad mental y paranoia rebalzaran, llevando su locura al limite del ¿suicidio?.
Si bien todos sabemos que Tommy no se suicidó y volverá por la revancha en la parte 6, fue una bonita descripción para resaltar esos fantasmas que lo están consumiendo. El coqueteo con el suicidio fue una constante durante esta temporada y las visiones de Grace son la materialización de esa paranoia que viene padeciendo el personaje y que se acrecentó con todo lo sucedido durante estos capítulos.
El circulo de confianza de Thomas Shelby se va achicando con el transcurso de los eventos y combatir en muchos frentes le instaló una paranoia crónica. Por un lado sabe que su posición jerárquica dentro de los Peaky es codiciada por Michael. Ese paso de generación que le recalca el hijo de Polly es la jugada que eligió para presentar esa vanidad de eregirse como el nuevo “director ejecutivo” que llevará a la banda hacia el futuro de la globalización (los negocios con el arreglo de partidos de fútbol y el tráfico de opio son las 2 sendas que tratan de ejemplificar los micro y macro negocios millonarios turbios de la época, radicando su base una vez más en los Estados Unidos.
“Nadie quiere hacer negocios con una anticuada banda callejera”, es la verdad que intenta argumentar Michael y que termina de resquebrajar la relación con Tommy; ya no hay una vuelta atrás después de haber mostrado las cartas de semejante manera y la lucha por el poder será una de las aristas de los nuevos capítulos.
Mención especial para el regreso del más allá de Alfie Solomons (Tom Hardy), algo que funcionó por un lado como un hermoso fan service para ver al actor algunos minutos, y por otro lado para que Thomas pueda descomprimir los problemas de su cabeza en vez de hacerlo constantemente con su esposa muerta.
A pesar de que el temor del protagonista por perder el poder está marcado por esta disputa interna, su atención está enfocada en derrotar a Mosley, un personaje siniestro que siempre logra estar un dos pasos por delante de lo que pretende Thomas, algo que queda evidenciado durante el season finale.
Todo lo que estábamos viendo durante esa secuencia me hizo recordar mucho al final de Bastardos Sin Gloria, y por un momento pensé que la serie iba a Taratinear la historia para que Mosley fuese asesinado y haya una luz de esperanza en la lucha contra el fascismo, al menos en la región británica. Sin embargo, ese halo de esperanza dura muy poco cuando vemos como el plan se desmorona cual castillo de cartas y Thomas queda perplejo ante la realidad que lo golpea de lleno: había encontrado al enemigo que no podía derrotar, frase que esboza durante el transcurso de esta temporada. Es la primera vez además en Peaky Blinders que estamos en el mismo plano que el protagonista, ya que siempre nos habíamos deslumbrados con los ases que supo sacar debajo de la manga para sobrevivir de cada problema en el que estaba metido.
Haber dejado tantos arcos abiertos tiene una razón de ser dentro de la producción de la serie, ya que la sexta temporada repetirá por primera vez de director. Anthony Byrne, responsable de estos 6 capítulos, volverá para ponerse al hombro la próxima temporada, dejando en claro que esto se siente como la parte 1 de un arco que tiene un final bastante incierto, porque el season finale se encargó de presentarnos a los principales sospechosos de la traición, pero algo me dice que todavía no vimos quien está ejerciendo el rol de traidor desde la sombras.
Con Aberama muerto, Polly renunciando a la banda (y eso que todavía no se enteró de la muerte de su flamante esposo), Michael en la vereda de enfrente anhelando la corona, Tommy solo cuenta dentro de sus miembros más importantes con un Arthur cada vez más inestable, que con la separación de Linda podrá liberar toda esa rabia que mantiene contenida a base de Whisky y cocaína (¿será el próximo personaje en morir?), y un joven Finn, que ha demostrado fidelidad pero una inexperiencia que se paga bastante caro. Los Peaky Blinders como los conocíamos están implosionando y desmoronándose desde adentro, y ya ni la inteligencia de su líder es capaz de mantener a una banda que empieza a vislumbrar en el horizonte su fecha de vencimiento.
Lamentablemente, la sexta temporada de Peaky Blinders no tiene fecha de estreno confirmada, por lo que tendremos bastante tiempo para esbozar teorías y manijear hasta su regreso. Si las palabras de Knight se mantienen, a la serie le quedan 2 temporadas, con el propósito de terminar antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, por lo que poco a poco nos acercamos a un final que, claramente, se volvió más incierto que nunca.