Netflix estrena Warrior Nun, una serie que adapta el cómic de Ben Dunn a la que le cuesta encontrar su tono y pierde demasiado tiempo en elementos triviales, apurando lo que realmente importa.
Este jueves 2 de julio Netflix volverá a apostar por las adaptaciones de novelas gráficas, en este caso con Warrior Nun, una serie live-action inspirada en la obra de Ben Dunn que gozó de un modesto éxito en los 90 con una historia que mezclaba monjas guerreras, sexo, demonios y una manipulación del símbolo religioso que, por aquel entonces, la envolvió en la polémica. En esta review (sin spoilers) te contamos qué tal ha salido esta nueva producción de la plataforma de streaming más popular del mundo.
Estos 10 primeros episodios siguen la historia de Ava, una joven huérfana que se despierta en una morgue para descubrir que ha resucitado gracias al Halo, un objeto celestial que le ha concedido una serie de súper poderes. Con esta segunda oportunidad, Ava deberá decidir si sigue con la vida normal de una adolescente o se une a La Orden, una entidad religiosa que lucha para salvar al mundo de los demonios que quieren acabar con la humanidad.
Warrior Nun empieza tambaleando. Durante los primeros episodios la serie parece no encontrar el tono y se marea a la hora de administrar los tiempos, entre la presentación de personajes y el relato de una premisa que no termina de quedar del todo clara hasta que el asunto avanza un poco más. Está claro que la producción busca humanizar lo máximo posible a su protagonista, pero acaba perdiendo demasiado tiempo y empalagando al espectador cuando se centra en su faceta adolescente.
Así es, más de la mitad de la serie está centrada en las andanzas románticas de Ava y la historia parece ser más la de una producción juvenil con todos los problemas de la edad, entre amores y desamores, que acaba perdiendo el rumbo de lo que de verdad cuenta: La Orden y su lucha contra los demonios. Para cuando retoman los conflictos religiosos, seguramente muchos habrán abandonado el barco y los que queden no conseguirán afianzarse con una lucha que se intenta contar a las apuradas.
Es que sí, cuando una producción pierde demasiados episodios en un tema secundario acaba quedándose sin tiempo para contar lo que de verdad importa. Y en Warrior Nun eso se nota demasiado, con situaciones complejas resueltas en cuestión de segundos, con una Ava que aprende a usar sus poderes en un día, con situaciones extrañamente forzadas, con el poco desarrollo de personajes secundarios y terciarios e incluso con un desenlace que se hace esperar tanto que parece haber sido cortado antes de tiempo.
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Es que Warrior Nun parece temer a este presente de Netflix en el que si una serie no tiene éxito en su primera temporada, difícilmente verá llegar una segunda. Por este motivo se esfuerza demasiado en poner todas las cartas sobre la mesa de una vez para enganchar al espectador, pero elige mal el orden y otra vez la mala administración de tiempos vuelve a jugarle una mala pasada cuando descubrimos que los mejores recursos que tiene la historia quedan relegados a un segundo plano.
La adaptación del cómic de Ben Dunn tiene cosas interesantes para contar, eso es cierto. Cuando el tono se vuelve más oscuro y la deformación del símbolo de la religión aparece, el relato consigue atraparnos y hacernos olvidar de toda aquella novela adolescente que vivimos durante los primeros episodios. El problema es que cuando la máquina engrana y empieza a funcionar, vuelven a forzar estas situaciones sentimentales que cortan el ambiente y nos recuerdan por qué no consiguió convencernos en sus primeros compases.
Si hay algo que, más allá de todo este errante transcurrir de Warrior Nun, consigue salvarla es su protagonista, Ava. Una joven algo insegura pero muy divertida consigue poderes de la noche a la mañana y, a pesar de que su vida ha dado un giro de 180°, mantiene su frescura y consigue sacarnos risas en varias secuencias. Está claro que es el personaje mejor escrito y que además cuenta con una Alba Baptista que se desempeña con gran naturalidad, pero creemos que también deberían haber tenido un mayor desarrollo algunos secundarios teniendo en cuenta su relevancia en la historia.
¿Lo mejor de Warrior Nun? Es que quienes lleguen al último episodio encontrarán un cliffhanger bastante interesante, en el que la serie por fin parece encontrar su rumbo y entender que la cosa va por el lado de las monjas guerreras y no de las adolescentes sentimentales. Porque lo que de verdad es interesante de esta historia es la visión alternativa del simbolismo de la religión mediante La Orden y cómo pueden darle un giro de tuerca a temas que normalmente suelen ser aburridos.
Concluyendo, Netflix vuelve a apostar por las adaptaciones con una serie que tiene todo lo que los críticos de la plataforma suelen acusarle. Durante su primera mitad Warrior Nun parece no encontrar su tono y se centra excesivamente en los temas menos relevantes, convirtiendo esta historia de ángeles y demonios en una drama adolescente. Aunque durante la segunda parte por momentos consigue centrarse y regala un final que tienta a darle una nueva oportunidad, hemos encontrado muy poco de lo que hemos venido a buscar más allá de una encantadora Ava.